Daniel Moset cierra la tarde a hombros con una faena de pureza y entrega

Daniel Moset cierra la tarde a hombros con una faena de pureza y entrega

Tarde de novillada en Teruel con ejemplares de La Lucica, bien presentados y de buen juego en líneas generales, destacando la nobleza y calidad de varios de ellos. Cuatro jóvenes aspirantes dejaron muestras de valor, actitud y, en algunos casos, de toreo de gran clase. Tanto Pedro de la Hermosa como Daniel Moset (ambos alumnos de la escuela taurina de Guadalajara) dejaron atisbar el buen momento que atraviesan saldándose con un total de tres orejas entre ambos.

Abrió la tarde David Sejas, que se fue a portagayola para recibir al primero de la tarde con una larga cambiada de rodillas que calentó el ambiente. Continuó con un saludo capotero a base de verónicas bien trazadas, con temple y buena colocación. El novillo, de gran calidad, permitió una faena con estructura y tandas por ambos pitones. Sejas mostró disposición y oficio, con muletazos limpios y ligados, aunque sin terminar de redondear del todo. Cuando tenía el triunfo al alcance, la espada le privó de tocar pelo. Sonaron dos avisos tras varios intentos fallidos y todo quedó en silencio.

El segundo novillo correspondió a Marco Polope, que lo recibió con verónicas suaves, cadenciosas y de buen gusto. El animal embistió con clase, y el novillero lo aprovechó desde el inicio de faena. Se sintió cómodo con la muleta, toreando con firmeza y expresión, llegando al público con muletazos largos y de buen trazo. En un momento de inspiración, se cambió la muleta de mano sin mover los pies, lo que arrancó los “uy” del tendido y confirmó la conexión con los aficionados. Faena de corte clásico y reposado, aunque sin rúbrica con la espada para rematar lo que pudo haber sido premio mayor. Oreja.

El tercero de la tarde fue para Pedro de la Hermosa, que salió con ambición. Se fue a portagayola y se jugó el tipo en una larga cambiada emocionante, seguida de un saludo por verónicas con empaque y personalidad. En banderillas tomó los palos y se lució, mostrando facultades y entrega. La faena de muleta fue seria y templada. Toreó con profundidad por ambos pitones, con muletazos largos, sentidos y muy bien rematados. Supo darle ritmo y estructura a la labor, demostrando que maneja el toreo fundamental con verdad. Culminó con un espadazo en buen sitio que valió para levantar al público de sus asientos. Faena importante que dejó alto el listón cortando una oreja con fuerte petición de la segunda.

Cerró la tarde Daniel Moset, que no quiso quedarse atrás. Desde el recibo al cuarto novillo, mostró ambición y torería. Verónicas con empaque, con gusto y ajuste, dejando claro que venía a por todas. En banderillas se entregó por completo, llegando a poner un par al violín que encendió la plaza. El novillo fue extraordinario, con clase, recorrido y entrega, y Moset lo toreó con una pureza desbordante. Faena profunda, con cadencia, temple y verdad por ambos pitones, que emocionó a los tendidos. La conexión fue total, tanto que parte del público llegó a pedir el indulto del ejemplar. Aunque finalmente no se concedió, la actuación de Moset quedó como uno de los momentos más destacados de la tarde e incluso de la feria.