Abrió plaza un toro suelto y con galope del hierro de Núñez del Cuvillo al que Cristiano Torres saludó con temple en el capote. Trasero y caído se le fue el primer puyazo, y en el segundo apenas sintió castigo, pues el toro evidenció su justeza de fuerzas. Tras tomar la alternativa de manos de Sebastián Castilla, el toricantano brindó un emotivo gesto a su padre, sentado en el estribo, antes de comenzar faena de rodillas en los terrenos del seis, pasándose al toro por la espalda en una vibrante serie que puso al público en pie.
Cristiano tuvo la cabeza despejada y supo entender a su oponente desde los primeros compases, advirtiendo que el pitón bueno era el izquierdo. Por ahí llegaron los mejores pasajes: naturales largos, templados y hondos, toreando a placer y cuidando siempre los tiempos entre muletazos. El epílogo por ajustadas bernardinas, sin espacio para un alfiler entre toro y taleguilla, incendió los tendidos. Una estocada hasta la bola rubricó la primera gran faena de su nueva etapa, paseando dos orejas de un toro que tuvo clase y recorrido por el pitón zurdo.
Se acostó por el pitón derecho el segundo de la tarde en el capote de Sebastián Castella, que lo saludó con verónicas templadas en el recibo. Marró el primer puyazo, donde el toro empujó con el pitón izquierdo en el peto del caballo, y se midió el castigo en el segundo encuentro. Por bajo y con la rodilla semiflexionada, se lo sacó Castella a los medios para iniciar faena. Mejor condición mostró el toro por el pitón derecho, por donde llegaron los pasajes más lucidos, aunque siempre con la cara a media altura y queriendo irse al final de los viajes. Tuvo el francés que evitar que el toro tocase la muleta, pues cuando lo hacía se descomponía, desluciendo la labor. La estocada, trasera, precisó de dos golpes de verduguillo para poner fin a su actuación. Silencio tras aviso.
Con dos faroles de rodillas recibió Fernando Adrián al tercero de la tarde, que salió suelto del capote del madrileño. El primer puyazo lo tomó sin llegar a colocarse el picador, empujando de costado en el peto; en el segundo, acudió con más rectitud y empuje, aunque el castigo volvió a ser medido. Ya en la muleta, Adrián lo toreó siempre con el toque preciso de las muñecas, intentando mantener al toro embebido en la pañosa. Sin embargo, el animal embistió a arreones y de manera descompuesta, desluciendo la labor del madrileño, que, pese a su entrega, ligó siempre los muletazos en redondo con un toro que calamocheaba constantemente. Lo despachó de una estocada tendida que resultó efectiva. Silencio
Alto por delante, degollado de papada y fino de culata, salió el cuarto de la tarde, que no terminó de emplearse en el capote de Sebastián Castella. Con mal estilo y apretando únicamente por un pitón, cumplió sin celo sus dos encuentros con el caballo. Ya en la muleta, el toro no ofreció materia alguna para el lucimiento: embestía rebrincado, con las manos por delante y sin entrega. Castella, siempre dispuesto, trató de tirar de la embestida y alargar los viajes, pero aquello fue como sacar agua de un pozo seco. Sin opción a más, lo despachó de una estocada efectiva. Pitos al toro en el arrastre del tiro de mulas. Silencio
Metió bien la cara el quinto en el capote de Fernando Adrián, que lo saludó con verónicas templadas. En el primer encuentro con el caballo, el toro empujó sin terminar de colocarse el picador en su sitio, buscando castigo y queriendo pelea. En el segundo, volvió a empujar con codicia. Brindó Adrián al público y se fue a los medios para iniciar faena de rodillas, cambiándose al toro por la espalda en un arranque vibrante que levantó a los tendidos. Ya erguido, toreó con la diestra en una labor de poder y cercanía, con la figura ventajista, pero conectando con fuerza con el público maño. Por el izquierdo, el toro acusó su falta de empuje, quedándose a medio viaje y levantando la cara en los remates, lo que deslució parte del conjunto. Cerró por bernardinas y luquesinas ajustadas antes de dejar una estocada baja pero efectiva. Cortó una oreja tras aviso.
Suelto y rebrincado salió el toro de La Jotica, al que le costó entregarse en el capote. En los primeros compases, el animal se partió un pitón por la cepa, y pese a la evidente merma, el presidente mantuvo al toro en el ruedo, lo que desató una fuerte bronca en los tendidos. La plaza se convirtió en un auténtico manicomio, con protestas generalizadas hasta que el propio Zúñiga salio al callejón para pedir calma y aceptar la devolución del toro. Pañuelo verde y bronca monumental.
Sin definirse en el capote de Cristiano Torres salió el sexto bis, también con el hierro de Núñez del Cuvillo. Cumplió con nota Juan Manuel Sangüesa, que dejó un buen primer puyazo, en el que el toro empujó con celo en el peto, y remató con acierto en el segundo encuentro. Tras brindar a Zaragoza, el joven aragonés se fue de rodillas para iniciar faena con cambiados por la espalda, en un arranque vibrante que ya puso a la plaza en pie.
Tuvo temple y mando Cristiano, llevando siempre al toro embebido en la muleta en una gran faena que alcanzó su punto álgido al natural, donde corrió la mano con largura y profundidad en tandas que calentaron los tendidos. Por el derecho, con menos recorrido, logró mantener la ligazón a base de toques sutiles y muñeca suave, toreando en redondo y con pureza. La estocada entera al segundo intento fue el cierre de una labor importante.
Se pidió con fuerza la oreja, pero el presidente no atendió la petición. Ovación para el toro en el arrastre y fuerte reconocimiento para Cristiano Torres con una vuelta al ruedo que debió de ser más.
LA RESEÑA
Plaza de toros de ‘La Misericordia’ Zaragoza (Aragón) || Séptima de la Feria del Pilar 2025
Entrada: Tres cuartos de plaza
Se lidian toros de Núñez del Cuvillo,
- SEBASTIÁN CASTELLA (Negro y Plata) , Silencio tras aviso y Silencio;
- FERNANDO ADRIÁN (Blanco y Plata) , Silencio y Oreja tras aviso;
- CRISTIANO TORRRES que toma la alternativa (Manzana y Oro) , dos orejas
Incidencias: