La firmeza de Fortes y el arrojo de Fernando Adrián se imponen en Pamplona

La firmeza de Fortes y el arrojo de Fernando Adrián se imponen en Pamplona

La tarde comenzó bajo un auténtico diluvio durante la faena de Fortes al primero de la tarde, el toro de mayor entrega y clase de todo el encierro, al que el malagueño le cortó una oreja de ley tras una faena de gran reposo y temple al natural. El otro gran nombre de la tarde fue Fernando Adrián, que sufrió un volteretón estremecedor en su segundo, con los pitones a ambos lados de la cabeza mientras caía de espaldas, pero lejos de venirse abajo, regresó con raza a la cara del toro para cuajar una faena vibrante que le valió las dos orejas y la salida a hombros junto a Fortes. Por su parte, Ginés Marín firmó una tarde sólida, toreando despacio y con buen trazo especialmente al natural, y paseó una oreja del que cerró plaza.

A portagayola se fue Jiménez Fortes para recibir al primero de la tarde, que galopó con alegría hacia el capote del malagueño, quien lo paró a la verónica con cadencia, rematando por una media a pies juntos que caló en los tendidos. Se le cuidó en varas, midiendo el castigo en ambos encuentros con el caballo. Quitó Fortes por tafalleras con expresión, y replicó Fernando Adrián desde los medios por saltilleras, siendo alcanzado levemente en la última.

Antes de brindar al público, Fortes tuvo un gesto de torería recordando a los compañeros heridos la tarde anterior en Pamplona y a Sergio Rollón, cogido en Valdetorres. Lo hizo justo cuando la lluvia comenzaba a arreciar sobre el ruedo pamplonés. Se hincó de rodillas en el tercio para abrir faena por derechazos ligados, a pesar de que el toro, con buen son, perdía celo al final de los muletazos, obligando a Fortes a recuperar terreno entre tanda y tanda. Por el pitón izquierdo llegaron los mejores momentos de su labor, toreando con reposo y asentamiento al natural. Remató por manoletinas antes de dejar una buena estocada que fue refrendada con una oreja.

Por una larga cambiada de rodillas en el tercio saludó Fernando Adrián al segundo de la tarde, que desde el principio evidenció su condición rebrincada y su tendencia a embestir a media altura. El paso por varas fue un mero trámite, sin entrega ni castigo real en ninguno de los dos encuentros. Quitó Ginés Marín por chicuelinas con ajuste desde los medios antes de que Fernando Adrián brindara al público.

Comenzó la faena por la diestra ante un toro que tuvo movilidad pero careció de raza y clase. En la muleta del madrileño se mostró siempre desordenado, reponiendo por dentro, rebrincado en los viajes y sin rematar nunca los muletazos. Especialmente en los de pecho, se quedaba corto girando sobre las manos y con la cara a media altura, complicando la labor. A pesar de ello, Fernando Adrián mostró firmeza y entrega, imponiéndose a un animal que no permitía errores ni lucimiento. Estuvo desacertado con los aceros, necesitando varios intentos antes de recurrir al descabello. Silencio tras aviso.

Le costó fijarse al tercero en el capote de Ginés Marín, que cuando logró meterlo en la verónica, el de La Palmosilla humilló con clase, aunque sin terminar de entregarse, saliendo suelto en cada intento. Cumplió dos encuentros con el caballo protestando y soltando derrotes en el peto, sin excesivo castigo.

Arrancó Marín la faena desde el estribo, con ayudados por alto que remató con un natural y un templado pase de pecho que caldeó el ambiente. El trasteo tomó vuelo especialmente al natural, por donde el jerezano dejó muletazos de gran expresión. El toro, que tuvo clase, necesitaba siempre el pulso y la inercia que Ginés le dio con buena colocación y temple, dibujando los muletazos de uno en uno, sin ligazón pero con poso. Cuando el toro se rajó al final, Marín tomó la espada. Pinchó antes de dejar una estocada tras el primer aviso. Silencio tras aviso.

Sin celo ni entrega salió el cuarto de la tarde, que apenas permitió lucimiento alguno en el capote de Fortes, por donde pasó suelto, con las manos por delante y apuntando falta de fuerzas. Cumplió dos encuentros con el caballo en los que se dejó pegar sin emplearse y sin apenas castigo.

Sentado en una silla junto al estribo, comenzó Fortes la faena por derechazos ante un toro que se desplazó sin transmisión, soso y deslucido, perdiendo las manos por su alarmante falta de poder. El malagueño mostró firmeza y actitud, tratando siempre de tirar del toro, que embistió sin celo y con la cara a media altura, sin humillar. Mató de una estocada desprendida en el momento en que el toro le alcanzó con un derrote seco que le propinó un golpe en el cuello. Se pidió la oreja, y el presidente la concedió.

Por chicuelinas en el centro del ruedo recibió Fernando Adrián al quinto de la tarde, un toro que salió suelto y sin llegar a encelarse, imposibilitando el lucimiento en el saludo capotero. En sus dos encuentros con el caballo apenas se le castigó, evidenciando ya su justeza de fuerzas. Quitó Ginés Marín por verónicas ante un astado que dejaba entrever su escaso fondo físico.

Comenzó Adrián la faena de muleta con cambiados por la espalda a un toro que se arrancó con ritmo pero que, desde los inicios, dejaba entrever su fragilidad. Sin embargo, el toro rompió hacia adelante en la muleta del madrileño, que supo darle pausas, perderle pasos y generar inercias para aprovechar su mejor versión. El momento más dramático de la tarde llegó con un desplante cuando el toro le propinó una fea voltereta, cayendo de espaldas y quedando entre los pitones. La suerte quiso que el capote salvador de San Fermín apareciera en el momento justo. Lejos de amilanarse, Adrián volvió a la cara del toro y rubricó su entrega con un epílogo de manoletinas muy ajustadas que encendieron al tendido. Mató de una estocada desprendida y paseó las dos orejas con fuerza.

No se definió de salida el sexto de la tarde en el capote de Ginés Marín, que lo recibió sin poder lucirse ante un toro que pasaba sin celo y giraba sobre las manos en cada embestida. Se dejó pegar en sus dos encuentros con el caballo, repuchando en el segundo sin mostrar entrega.

Inició Marín la faena de rodillas en el tercio por derechazos ante un toro que se desplazaba con ritmo, aunque siempre girando sobre las manos en el embroque, lo que restaba profundidad a sus viajes. A base de perderle pasos entre muletazo y muletazo, el jerezano intentó tirar de las embestidas y construir una faena sobre la inercia más que sobre la entrega del toro. Faena larga y sostenida en la que sonó un aviso antes de que Marín acertase con el acero tras un pinchazo. La voluntad, el temple y la inteligencia del torero encontraron recompensa en una oreja.

LA RESEÑA


Plaza de toros de Pamplona (Navarra) || Novena de la Feria de San Fermín 2025

Entrada: Lleno de ‘No Hay Localidades

Se lidiaron toros de La Palmosilla,

  • Fortes : Oreja y Oreja;
  • Fernando Adrián : Silencio tras aviso y Dos orejas;
  • Ginés Marín :  Silencio tras aviso y Oreja;