Comenzó la tarde con el solemne tañido del himno nacional, cuyos acordes pusieron en pie a la plaza entera. Abrió plaza un toro serio y hondo de la legendaria ganadería de Palha, ejemplar de recia estampa y mirada encendida, que desde los primeros compases dejó patente su casta y bravura, acometiendo con fijeza y humillando con codicia. En el tercio de varas, Rafael Galán, le administró dos buenos puyazos en el sitio.
Llegado el turno de la muleta, el espada supo entender desde el primer cite la condición del astado. Con temple y mando, lo fue llevando por redondos de mano baja, alargando embestidas y domeñando las complicaciones que el burel planteaba. El murciano hilvanó tandas de hondura, asentando la planta con serenidad clásica, dibujando naturales de bello trazo. Entró a matar dejando una estocada entera, de perfecta colocación, que surtió efecto fulminante. El presidente otorgó dos orejas y el toro fue arrastrado entre palmas.
En segundo lugar saltó al ruedo un precioso abrochado de la acreditada ganadería de Condessa de Sobral, al que recibió con dos largas cambiadas en el tercio. Buenos capotazos y pares dejaron Alonso Mamani y Juan Carlos Donaire. El diestro, en gesto de gratitud brindó la lidia y muerte del astado a al respetado don Antonio Sánchez, párroco del municipio.
Tomada la muleta, el espada supo comprender desde el primer muletazo la dulzura y nobleza de la embestida del animal. La faena alcanzó su clímax en los terrenos más comprometidos, donde el torero, asentado con firmeza, se adentró en las cercanías del burel, ejecutando desplantes que encendieron al público y pusieron de pie a toda la plaza. Con la tizona se puso complicado el toro, que echaba la cara arriba cada vez que el matador intentaba ejecutar la suerte. Pinchó en dos ocasiones y dio un golpe de verduguillo. Ovacionados toro y torero.
Marcó el ecuador del festejo un toro serio, de pelaje burraco, perteneciente a la ganadería de Coimbra, fue recibido por Emilio Serna con un saludo capotero de buen gusto, dibujado a la verónica con compás y suavidad. En el tercio de varas, el toro cumplió empujando con fijeza en el peto, y el matador, en gesto de torería y generosidad, concedió el turno de quite al sobresaliente, gesto que fue reconocido desde los tendidos. La cuadrilla dejó un ajustado tercio de banderillas.
Brindó el toro a su mozo de espadas, Antonio Bermúdez. El inicio de faena lo intentó Emilio Serna apoyado en tablas, aunque pronto el animal evidenció su falta de fuerzas. Pese a ello, el murciano supo administrar con inteligencia las embestidas, construyendo tandas templadas por ambos pitones. Con oficio y firmeza, logró extraer muletazos de mérito ante un toro que, a cada momento, medía al torero. Complicado fue de nuevo la suerte de matar, despistándose el animal y echando la cara arriba. Dejó de nuevo una perfecta estocada al segundo intento. Dos orejas para el matador y silencio para el toro.
Con dos largas cambiadas y un buen ramillete de verónicas recibió Serna al cierraplaza, de la ganadería de Silva Herculano. De largo se arrancó el animal, dejando un administrado puyazo en el sitio José Antonio Rodríguez. En banderillas, se desmonteró Alonso Mamani. De rodillas en el tercio inició la faena de muleta. Ya casi en los medios, dejó templados muletazos por ambos pitones, dejándose llegar los pitones a los muslos en el final de las tandas. Cerró la faena por manoletinas, metido entre los pitones, poniendo la plaza en pie al grito de “¡torero,torero!. Mató de una estocada entera y un golpe de descabello. Dos orejas y rabo y vuelta al ruedo al toro.
LA RESEÑA
Plaza de toros de Torre de Cotillas (Murcia) || Encerrona
Se lidiaron toros de Palha, Condessa de Sobral, Coimbra y Silva Herculano,
- Emilio Serna, dos orejas, ovación, dos orejas y Dos orejas y rabo;
Incidencias: Empieza la Academia Víctor Campos con una espectacular baile con tono taurino antes del paseíllo.