Las figuras del toreo que hicieron historia en Pamplona

Las figuras del toreo que hicieron historia en Pamplona

La plaza de toros de Pamplona no es cualquier plaza. Tiene su propia personalidad, envuelta mayoritariamente por las peñas que copan junto con las charangas la mayor parte de los tendidos. A pesar del ambiente festivo, los toreros no vienen a cumplir expediente: vienen a jugarse la temporada… o a escribir su nombre en la historia.

Antonio Ordóñez, el arte que emocionó a Hemingway

Si hay un torero que encarna el alma de Pamplona, ese es Antonio Ordóñez. Por su clasicismo, por su templanza, por su forma de torear sin concesiones y porque fue quien enamoró —literalmente— a Hemingway. En la década de los 50, sus tardes en la capital navarra se convirtieron en crónicas vivas que recorrían el mundo. Su presencia en el cartel era sinónimo de respeto absoluto.

Paquirri, poder y raza en cada embestida

Francisco Rivera “Paquirri” forjó en Pamplona muchas de sus páginas más memorables. Su entrega sin medida, su inteligencia ante los toros difíciles y su manera de mandar en la plaza calaron hondo entre los tendidos. Paquirri no venía a pasar —venía a imponer. Y la afición pamplonica se lo reconoció cada tarde.

José Tomás, el silencio que se convirtió en clamor

En el año 2002, José Tomás dejó una de esas faenas que se cuentan en voz baja, como si aún se temiera romper la magia. Con un toro de Cebada Gago, en una Pamplona desbordada de tensión, toreó al ralentí y sin alardes. Fue su única actuación en San Fermín… pero suficiente para que su nombre se quedara grabado en la memoria colectiva.

El Juli, regularidad y dominio

Julián López “El Juli” ha sido, quizá, el torero que mejor ha entendido el equilibrio entre firmeza y temple en una plaza tan compleja como esta. Ha lidiado corridas duras, ha salido por la puerta grande y ha construido una relación sólida con una afición que, aunque exigente, sabe reconocer a quien no rehúye el compromiso.

Otros nombres que dejaron huella

Pamplona ha visto de todo: desde la maestría de El Viti, el valor sin adornos de Diego Puerta, la elegancia de Curro Romero, hasta la juventud arrasadora de Roca Rey en la actualidad. Cada uno, con su sello, ha dejado su estela en el albero navarro.

Un escenario que no perdona… ni olvida

La plaza de toros de Pamplona tiene un carácter único: popular y festivo en los tendidos, sí, pero tremendamente riguroso en el juicio. Aquí, la ovación no se regala. Aquí, los pañuelos no ondean por simpatía. Aquí, el que sale por la puerta grande lo hace porque se ha ganado el respeto con sangre, temple y verdad.