La lluvia no apaga el hambre de torear

La lluvia no apaga el hambre de torear

Este fin de semana, las lluvias han obligado a suspender la mayoría de los festejos programados, marcando un inicio desafortunado para dos de los certámenes más importantes de Madrid dedicados a impulsar las carreras de los toreros jóvenes y no tan jóvenes. Hablamos del Circuito de Novilladas de Madrid y de la Copa Chenel, dos eventos diseñados para rescatar del ostracismo a aquellos nombres que, por unas razones u otras, han quedado relegados al banquillo del toreo.

Tengo la oportunidad de conducir un programa dedicado a la Chenel en la cuenta de Instagram del certamen, donde converso con los dieciocho candidatos al trofeo que se decidirá en junio. En los cuatro programas que llevo hasta ahora, hay algo que me ha llamado especialmente la atención: cuando les pregunto qué sintieron al enterarse de que habían sido seleccionados para participar, todos coinciden en que no se lo creían. Para muchos, fue difícil asimilar que, por fin, tenían una oportunidad real.

Este dato es revelador: el sistema actual ha sumido a muchos toreros en un ostracismo que les hace creer que torear o aparecer en los carteles es un milagro. Cuando un torero se entrega en cuerpo y alma, con el único objetivo de torear, no debería ser un milagro, sino una consecuencia natural de su esfuerzo. Sin embargo, la realidad es que, para muchos, torear en ferias importantes no solo es un privilegio, sino algo casi inalcanzable.

A pesar de que las lluvias hayan obligado a suspender los festejos de este fin de semana, los toreros pueden estar tranquilos: los festejos se celebrarán en una nueva fecha. Esta oportunidad no se escapará, como ocurre en otras corridas donde, con apenas dos gotas de agua —que ni siquiera logran quitar el polvo del albero—, se decide suspender. Y aquí surge otro problema: muchos de estos toreros «modestos», cuando logran entrar en algún cartel a lo largo de la temporada, se enfrentan a suspensiones precipitadas. A veces, con apenas unas gotas de lluvia y con la posibilidad de seguir adelante, el empresario decide cancelar, quizá porque la taquilla no ha cumplido las expectativas y es más fácil que el seguro se haga cargo. Lo que no siempre se entiende es el dolor que esto causa a los toreros, para quienes esa tarde podría ser su única oportunidad de toda la temporada para demostrar su valía.

Afortunadamente, la Copa Chenel está pensada precisamente para eso: para dar oportunidades y reivindicar a quienes tienen hambre de torear. Aunque las lluvias hayan alterado los planes, habrá una nueva fecha, y los toreros podrán volver a enfundarse el traje de luces. Ojalá que, como sociedad taurina, nos concienciemos de lo importante que es una tarde de toros para cualquier torero, especialmente para aquellos que luchan por abrirse paso. Las suspensiones deberían ser el último recurso, no la primera opción. A la mínima posibilidad, debería buscarse un hueco en el calendario, porque la temporada tiene muchos días y cada tarde cuenta.

En definitiva, este fin de semana ha sido un recordatorio de que, aunque la lluvia pueda parar los festejos, no puede apagar el deseo de torear. La Copa Chenel y el Circuito de Novilladas de Madrid son faros de esperanza para quienes llevan años esperando su oportunidad. Y esa oportunidad, cuando llega, debe defenderse con uñas y dientes, porque el toreo no es solo un arte, sino una pasión que merece ser vivida.