En la tarde del pasado domingo, Purias se engalanó para rendir homenaje a Antonio Giner “El Gris”, taurino de primera línea que tanto ha dado a Lorca y a todo aquel que acudió a su amparo. El ambiente, a tempranas horas de la tarde, vislumbró el desenlace de la misma: lleno absoluto y festejo triunfal.
El festival, organizado por su hijo Ángel, resultó de una excelente organización y contó con reses de Salvador Domecq para los matadores: Sánchez Vara, Esaú Fernández, Fernando Rey y el novillero murciano Antonio Aparicio. El ceheginero Antonio Puerta lidió el novillo donado por don José García Guillén, lorquino y ganadero de El Madroñiz, que fue reconocido en el ruedo por su cortesía.
Abrió la tarde el rejoneador Sebastián Fernández con un astado de José María Expósito, con el que pudo encontrar su toreo, hacer disfrutar al público y conseguir dos orejas. Sánchez Vara dejó de lado los encastes minoritarios para cuajar a un excelente novillo por todos los palos. Excelsa y extensa faena caracterizada por el adorno y el gusto en banderillas, ya conocido por el de Guadalajara. Se atrevió a poner un ajustado par sentado en una silla. Toda esta estética resultó bajo el cobijo de la capacidad lidiadora, en sintonía con el animal, que demostró con una estocada en el hoyo de las agujas. Fue recompensado con las dos orejas y el rabo.
Esaú Fernández pudo gozar de otro excelente astado de Salvador Domecq mediante una faena cimentada en los terrenos del novillo, la quietud y la ligazón. El público premió la disposición del camero con dos orejas y un rabo. Fernando Rey retornó a nuestro cuaderno de aficionado con un bronco novillo al cual pudo rascar varios detalles de su delicado y abandonado toreo. Un trincherazo de cartel permanecerá ligado a su persona durante un largo tiempo. La falta de rodaje se evidenció con la espada. Una oreja.
La misma suerte correría con la espada Antonio Puerta. El torero de la región, que presenta un excelente estado de forma y pretende confirmar en Madrid esta próxima temporada, demostró sus credenciales bajo una cadencia y un compás que pocos pueden alcanzar y que exigieron demasiado al novillo. Hay quienes se toman un café “en torero”, y Antonio lo hace. Una oreja.
Antonio Aparicio, triunfador en Torre Pacheco y promesa taurina de la región, mostró su raza ante un Domecq que, corto de recorrido, pronto y desconfiado, lo levantó del suelo en varias ocasiones. Supo anteponerse a la situación el pachequero, entrometiéndose en los terrenos del toro y, en una faena de raza, cortar las dos orejas y el rabo.

