Heriberto Spencer, José Ortega y Gasset y 3 Puyazos

Heriberto Spencer, José Ortega y Gasset y 3 Puyazos

Filósofo y sociólogo, Heriberto Spencer abogó por un concepto tan vulgar y sincero de su nación y época. El “espíritu industrial” se introducía en la vida de los británicos del siglo XIX tras el proceso de industrialización, allí donde el principio de utilidad empezaría a regir la sociedad dejando de lado las manifestaciones vitales. José Ortega y Gasset, en su gran obra “España Invertebrada” confronta este concepto, pues Heriberto, tilda de evolución el paso de una  a la otra. José, esclarece que el nuevo concepto va íntimamente ligado a la utilidad frente al espíritu guerrero que nace del entusiasmo. Esto es muy sencillo de entender, la nueva sociedad industrial se encuentra sometida a la producción en masa que alaba de sobremanera los instintos de la burguesía frente a un espíritu guerrero, el mantenido por las grandes civilizaciones que marcaron la historia de la humanidad, sustentado por la ética y el entusiasmo circunscrito al proyecto en común y la vitalidad necesaria que se esconde tras la gestación de un gran ejército. Esto quiere decir que la colectividad industrial pende de contratos materiales, compromisos parciales, mecánicos y externos mientras que en la colectividad guerrera quedan los hombres solidarizados por la fidelidad y el honor. Añade José que el espíritu industrial evita a toda costa la alteración del orden y el peligro pues trastoca sus planes mientras que el guerrero ansia el peligro. La fuerza de las armas no es fuerza bruta, sino fuerza espiritual.

La producción industrial taurina quedó relegada este fin de semana a un segundo lugar, 3 puyazos celebró la IV edición de La Feria del Aficionado en Guadalix de la Sierra, último bastión de la fuerza espiritual guerrera mencionada por Ortega en el mundo post-industrializado al que hace referencia Spencer. La fidelidad del “empresario”, el entusiasmo del aficionado y el honor al toro, rosario propio y ejemplo a predicar por las grandes casas taurinas que no tratan  al animal más que como una herramienta para su regocijo burgués.

En el mismo fin de semana, vimos como en varas, en la mejor plaza del mundo, se destrozaba una corrida de Saltillo con imágenes que a más de uno debería mandar al ostracismo, mientras que algo más al norte, en una humilde plaza de tercera, citaban al toro con la distancia propia y se otorgaban probablemente los mejores tercios de puyas que veremos en toda la temporada. En este mismo enclave, divisamos, nunca mejor dicho, un elenco de ganaderías y una materia prima de altísimo nivel, íntegra y con variedad de encastes, vamos,  de esas que la inmensa mayoría de figuras no han visto ni de lejos, pues es ya sabido que en ciertas plazas de tercera es el propio torero el que va al campo y elige a placer sus herramientas triunfalistas. Lo peor de todo es que los genios del marketing, contratados con dinero público, se encargan de grabar el proceso y subirlo a redes sociales. Luego nos quejamos del público… Continuando con mi defensa del espíritu guerrero, es en esta misma plaza de tercera donde con una inversión mínima aportada por los socios del club se asegura un espectáculo de estas características, los famosos gastos de gestión que cada año aumentan por orden del Señor Casas son inexistentes y los abonos y entradas de un precio acorde al espectáculo son gestionados de manera altruista, y en los ratos que su trabajo le permite, por Emilia Garcia, tesorera del club. Las ganaderías de toros toros, como a mi me gusta llamarlas, son sometidas a votación por los socios allá por noviembre, igual que el ganado a lidiar. La directiva del club realiza un dossier con las características y reata del toro para el conocimiento del aficionado junto con las alternativas propuestas, posteriormente se somete a votación y comienzan las visitas mensuales al campo para que el animal que llegue a la plaza sea digno. Lo mismo ocurre en Lorca donde no te dejan acudir a corrales ni al misterioso “sorteo”, cada cual que saque sus propias conclusiones.

No puedo concluir este texto sin mencionar a los toreros, que estos sí lo son, que acuden a la cita, en especial al maestro Damian Castaño ante su gran gesta.

Maestro, usted no tendrá una película, ni llenará los tendidos de quinceañeras, pero usted torea, usted torea jondo, de verdad, sin aditivos. Usted dignifica la profesión. Los aficionados le estamos agradecidos.

En definitiva camarasas, espero que la gestión altruista de esta feria de que pensar a los aficionados taurinos, los empresarios seguirán en su línea hasta que la afición no actúe, y las exigencias vuelvan a sus mínimos históricos con un toro integro, una lidia total y la tan aclamada diversidad de encastes.

Para “dar toros” primero de todo hay que ser fiel al propio rito y buen aficionado, los empresarios ni son aficionados, ni saben de fidelidad más la que otorga el papel.