Albañiles, soldadores y pintores trabajaban en silencio a poco más de quince días de la inauguración de la plaza de toros de Machachi, parroquia principal del cantón de Mejía, al sur de la provincia de Pichincha. Asentado en un valle al que custodian volcanes milenarios, Machachi no es un sitio cualquiera, sino el más cercano a Quito donde la ley permite celebrar corridas de toros. José Luis Cobo, adalid de la resistencia taurina en Ecuador tras consolidar la Feria de Latacunga, se lanza ahora a por este nuevo reto.

Hubo un tiempo no muy lejano en el que la Monumental de Iñaquito y la Belmonte cohabitaban en la capital de Ecuador, con corridas vespertinas en una y festivales nocturnos en la otra, llenándose ambas plazas. De hecho, cuando se prohibieron los toros en Quito su feria constaba de una docena de espectáculos en los que se acababa el papel.

Que el presidente de un país, en este caso el nefasto Correa, estuviera en contra de que se llenaran restaurantes y hoteles; que la ciudad literalmente se paralizara por su feria taurina; y que un espectáculo generara tal cantidad de riqueza, resulta difícil de creer, pero así era. Y como además tenía un conflicto con los dueños de la plaza, decidió meter el tema de los toros en un sufragio popular que incluía otras muchas cuestiones. En la capital ganaron por muy poco los partidarios de la prohibición, y de un día para otro todo se acabó para esas 15.000 personas que llenaban a diario la Monumental de Iñaquito. Algunos demagogos le llaman a esto “democracia”.

Plaza de Toros de Quito

UN VOLCÁN LLAMADO JOSÉ LUIS COBO

Sin embargo, hay algo que no ha cambiado desde los años más gloriosos de la Fiesta en Ecuador hasta llegar a la situación actual, con las plazas de la capital cerradas y las prohibiciones haciendo mella en ganaderías, profesionales y aficionados. Y lo que no ha cambiado es que José Luis Cobo sigue estando al frente de la lucha con la misma pasión que cuando era matador de toros en activo y empresario de la Belmonte, además de responsable junto a su padre, Marcelo Cobo, de las divisas de Huagrahuasi y Triana, y que hoy sigue conservando.

Sí, hubo días en que este torero con pinta de galán de cine toreaba por la tarde en Iñaquito, celebraba luego el festival nocturno en la Belmonte, cerraba su restaurante -que se llamaba “Bulería”- a las 5 de la madrugada, y a las 8 de la mañana ya estaba en los corrales de la Monumental porque lidiaba una corrida de la casa a las pocas horas. Pues bien, ese mismo hombre es el que se ha echado a sus espaldas buena parte de la responsabilidad de mantener viva la llama del toreo en su país.

Me llama la atención su capacidad de adaptarse a las circunstancias, de pasar de aquellos años frenéticos en la cresta de la ola a estos otros de lucha en las trincheras, siempre con idéntica fortaleza de ánimo, la misma audacia, el mismo valor. Es como uno más de los volcanes que salpican este país misterioso y bello, y que dan nombre a varias de sus provincias.

Nada ni nadie parece detenerle. Una vez consolidado el proyecto de Latacunga, Machachi supone la continuación de esta aventura y también, una especie de vuelta de tuerca en la rebelión ante la injusticia, una forma de levantar de nuevo la voz frente a la sinrazón. En el lugar más cercano posible de aquel gran orbe en el que se celebraba la feria más importante de América, se levanta ahora esta plaza sobre una originaria que se creó aprovechando la orografía del terreno, la hondonada central y las paredes escalonadas de tierra que la rodeaban, y que sirvieron de improvisados graderíos para festejos populares, no reglados, pero con el toro bravo como protagonista.

MACHACHI, TIERRA DE VALIENTES

La tierra negra del ruedo, típica de las zonas volcánicas, contrasta con la blancura de sus tendidos, salpicados con un rojo vivísimo. Blanca y roja, como los colores de la divisa de Huagrahuasi, y entre el ruedo y los graderíos, unas tablas rústicas de madera de eucalipto y un manto de hiedra originario que cubre las paredes del callejón. Con un sabor especial, la plaza está ya preciosa, aunque falte rematar la parte de los chiqueros, las puertas de acceso, el patio de cuadrillas, la capilla y los palcos. Para el día señalado, será una joya.

Iba a venir Morante de la Puebla, pero su retirada ha obligado a cambiar los planes de José Luis Cobo, un hombre no sólo respetado, sino además muy querido por todo el mundo del toro. Se celebrarán sendas corridas de toros los días 4 y 5 de diciembre, y Roca Rey y Marco Pérez inaugurarán la plaza de Machachi en un mano a mano. Para la segunda tarde, El Fandi -ídolo ecuatoriano durante muchos años y que arrimó el hombro como nadie en los momentos más difíciles- estará presente con motivo de los 25 años de su alternativa junto a Borja Jiménez, en una corrida mixta que completa Olga Casado, tras su gran debut en Latacunga. La feria se cerrará con un festival benéfico en el que alternarán figuras españolas con toreros ecuatorianos.

El respeto e incluso cariño que se ha ganado José Luis Cobo tras su amplísima trayectoria como torero, empresario y ganadero tiene su reflejo en su capacidad para traer a primerísimos espadas españoles a plazas como las de Latacunga o ahora Machachi. Pero por encima de posibles carteles, el gran protagonista será este territorio de donde es original el chagra, fruto del mestizaje entre el indígena y el español: hombre de campo, conocedor de la naturaleza, hábil con el caballo… Símbolo cultural.

El cantón de Mejía es una tierra fértil, agrícola y ganadera, pero también a partir del 4 de diciembre, un poco más libre que otros lugares cuando unos toreros hagan el paseíllo en la nueva plaza de toros de una de sus parroquias: la de Machachi, que significa tierra de valientes…   

José Luis Cobo a hombros en Quito con Manzanares y Joselito
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