La Asociación El Toro de Madrid inauguró anoche su nuevo ciclo de tertulias en el restaurante Puerta Grande con la presencia de Curro Vázquez. El maestro de Linares, que volvió a los ruedos el pasado día de la hispanidad para torear en el festival homenaje a Antoñete en Las Ventas, ofreció una charla sincera y emotiva en la que repasó su trayectoria, su reciente reaparición y su visión del toreo actual.
El veterano torero comenzó recordando cómo tomó la decisión de volver a vestirse de luces para rendir homenaje a su amigo y referente Antoñete. “Al principio no lo veía lógico torear en Madrid con esta edad, pero una vez dije que sí, primero tuve que explicárselo a mi familia; luego me entendieron y me apoyaron”, relató.
Esa vuelta a los ruedos, que levantó gran expectación entre los aficionados, fue el fruto de un proceso íntimo y cargado de ilusión. “En el campo me encontré bien y vine con la moral animada. Vine dos o tres días a entrenar a Madrid, y fue muy bonito, porque toreaba de salón y soñaba lo que podía pasar. Había días que me quedaba en el coche emocionado tras entrenar en Las Ventas”, evocó el maestro, mostrando la emoción que aún le despierta su profesión.
Durante la tertulia, Curro Vázquez no rehuyó temas de actualidad y se mostró especialmente crítico con la situación que atraviesan los jóvenes que quieren abrirse camino en la profesión. “No se les trata bien a los novilleros. Los apoderados y empresarios no les apoyan lo suficiente”, denunció, lamentando la falta de oportunidades que afrontan los nuevos talentos.
El torero jienense recordó también sus comienzos, marcados por la ausencia de escuelas taurinas y el aprendizaje a través de la observación. “Yo no estuve en la escuela taurina porque no había. Aprendía de las conversaciones de los mayores. De ver y escuchar”, explicó, reivindicando la importancia de la experiencia directa y del contacto con los maestros.
En su papel actual como apoderado, habló con entusiasmo de su labor junto al joven torero mexicano Emiliano Osornio. “Tengo mucha ilusión en mi poderdante Emiliano Osornio, porque tengo mucho cariño a México y quiero devolverle a México un torero”, afirmó.
El maestro también compartió su visión sobre la evolución de las faenas modernas, marcando distancia con ciertas tendencias. “Las faenas tan largas no tienen lógica. Todo tiene que tener su sentido. Hay momentos con la gente contigo y el toro pidiendo la muerte… Personalmente, no me gustan nada las faenas largas”, declaró con rotundidad, defendiendo el clasicismo y la medida que siempre han caracterizado su concepto del toreo.
Por último, habló de la figura del apoderado y su influencia en la carrera de un torero. “Yo he tenido muchos apoderados, pero siempre me han gustado los apoderados toreros, porque son los que mejor entienden al torero”, concluyó.
El acto, que contó con una notable asistencia de aficionados, sirvió para abrir un nuevo ciclo de tertulias de la Asociación El Toro de Madrid en el restaurante Puerta Grande, reafirmando el espíritu de encuentro y reflexión que distingue a esta veterana entidad en defensa de la Fiesta.

