Por Redacción 
La capilla del Baratillo volvió a ser, un año más, escenario de la misa de acción de gracias que cierra la temporada taurina sevillana. Con esta edición, la vigésima, la Hermandad reforzó su papel como referente espiritual del toreo en la capital andaluza, congregando a una representación numerosa y diversa del sector.
El Hermano Mayor, Luis Fernando Rodríguez, subrayó durante la celebración los estrechos vínculos que la corporación mantiene con el mundo taurino desde hace décadas. Recordó su función como oratorio de los toreros antes de pisar la plaza de la Maestranza, la presencia histórica de profesionales entre sus hermanos y la simbología taurina que pervive en el patrimonio de la Hermandad. La Virgen de la Caridad, además, es patrona de la Asociación de la Vejez del Toreo, un reflejo más de esta unión.
La ceremonia estuvo presidida por la Virgen en su besamanos de Adviento y fue oficiada por Andrés Ybarra, acompañado por Antonio Lucena. Ybarra dedicó una homilía especialmente profunda, estableciendo paralelismos entre la vida cotidiana y los valores que identifican al toreo: el esfuerzo, la entrega, el respeto y la verdad.
La convocatoria fue amplia y diversa. Coordinada por Pedro Dormido Girón y Rogelio Gómez “Trifón”, reunió a toreros como Tomás Campuzano, Miguel Báez “Litri”, Manuel Jesús “El Cid”, David Galván, Lama de Góngora, Juan Leal, Rafael Serna, Javier Zulueta o Filiberto; así como a banderilleros, ganaderos, subalternos y empresarios. También acudió el delegado del Gobierno de la Junta de Andalucía en Sevilla, Ricardo Sánchez. La Real Maestranza no contó con representación.
Uno de los momentos más emotivos de la misa fue el recuerdo a las figuras del toreo fallecidas durante 2025, entre ellas Rafael Peralta Pineda, Álvaro Domecq Romero, Rafael de Paula, Alfonso Ordóñez Araújo y otras personalidades cuya trayectoria marcó distintas generaciones.
Como cierre, y tras la tradicional fotografía de familia, la Hermandad abrió las puertas de su Casa Hermandad para un rato de convivencia que reunió a profesionales, prensa y aficionados, además de un numeroso grupo de jóvenes de las escuelas taurinas sevillanas, muy especialmente la de Triana, dirigida por Tomás Campuzano. Un encuentro que volvió a evidenciar la influencia, la tradición y el sentimiento que el Baratillo sigue proyectando en el toreo sevillano.