Por Redacción ¿Nunca os habéis preguntado para qué sirve el reloj que corona el sol de nuestra “Reina” desde 1930? Quizás para supervisar la puntualidad que marca el riguroso protocolo del rito o, tal y como Corrochano reclamaba: “Para contar las horas monótonas” y, no cabe duda, ¡haberlas haylas! Desde las siete, ¡en punto!, los veinte minutos nos caían plomizos como las gotas de sudor por las frentes de parroquianos y toreros – arriba y abajo – en el majestuoso reloj venteño, la monotonía que apuntaba Gregorio se hacía presente… Hasta que, como advertía el bolero, “no más quedaba una noche”, la última, y ¡qué noche! Ahí sí, le rogábamos al reloj aquello: “Detén tu camino” porque, ¡no sé si me voy a enloquecer, o a “Achicharrar”! Alejandro, tranquilo, ya le hemos pedido al reloj que detenga el tiempo en tus manos…
“No me venía bien venir hoy a “la Sagrada” pero no podía faltar a la cita con la nueva ilusión novilleril castiza – el que gasta el mejor flequillo del escalafón – Chicharro; así que, aquí estoy, amparada por mis vecinos del séptimo izq.,con cesión de gorrilla incluida. Palco, ¿pá qué?
Toro I:
- Como si estuviera “Moliendo” granos de café tostado, con una de esas maquinitas eléctricas, es decir, ¡con facilidad! así ha andado el francés ante el abreplaza; eso sí, ¡el café se nos ha quedado fresquito!
Toro II:
- Mi vecina Anastasia, junto a su maromo bien ruso también, ¡sí qué sabe! Ese ventilador de mano es un imprescindible en el kit venteño-tendido sol. Vamos a ver qué tal el sobrero de Torrehandilla, de momento, ovación a Majada sobri a caballo y quite de Chicharro por chicuelinas…
- De Siempre y oro, en esa esperanza que va perenne en este niño, Pepeluí debutó en “La Sagrada” pero, por una vez, le he visto perder la sonrisa y el tino con su certera espada. Esta catedral es así.
Toro III:
- Raúl Ruíz, qué se note bien quien es la madre que le parió, a la suave lidia del negro “Pernocto” que hace el ecuador de la tarde… “Cachorro” también está bien pero a una madre siempre hay que tenerla presente.
- Mientras, mi amiga Anastasia y su maromo han dejado el ventilador portátil, han hecho silencio y se han puesto a grabar… El lenguaje universal de la Tauromaquia, que si habla con honestidad ¡no falla! Vuelta al ruedo, ¡de las de nuestro Ma-drí!
- De esto que no perdonas un quite, de lo otro que te cruzas al pitón contrario, de aquello que coges la muleta en la mano izquierda y, a todo ésto, le pones el acento a un novillo poco humillador que lo quería todo, digamos, bien hecho. “Pernocto” y Alejandro.
Toro IV:
- Les comento, desde mis coordenadas habituales, que vuelven a sonar las palmas de tango y algún que otro pañuelo verde ondea (irían tres si echan este al corral); ¿qué sucede con el comportamiento de este jabonero? Digamos es sucio en capa interna y externa.
Toro V:
A veces, la mente y el corazón no caminan de la mano, cada uno por su lado; quizás sea eso lo que le ha pasado al debutante en este V (por cierto, no cumplía el dicho).
Toro VI:
- La llave de la de “Alcalá”, ya saben “la verdadera”, hoy se ha quedado guardada en el cajón pero cuando estás en tu pedacito de piedra y te olvidas de todo – la ciudad se para por unos minutos – y ese diálogo, toro y torero, se explaya sin mediar palabra…creo, ¡poco importan las pelúas!
- Del inicio por estatuarios, con el recuerdo de esa larga cordobesa a caballo, mientras todo se teñía de un chenel y oro… llegaba la mano izquierda y ¡qué izquierda! En fin, se que vamos a tener más capítulos venteños A”chicarrados”.