Cuando se tala un árbol cuasi centenario, hay quien echa ojo a las raíces para echarse a posteriori las manos a la cabeza. Otros, corren a refugiarse para que no les caiga encima en su descenso a los suelos. No obstante, parémonos un instante frente al resquicio arbóreo, del mismo hay algo que brota.
Savia fresca. 93 años han tenido que pasar para que un nombre distinto al de Pagés titule los rótulos de la Plaza de Toros de la Real Maestranza de Caballería de Sevilla. José María Garzón es el nuevo y flamante empresario del Coso del Baratillo, y desde su llegada, todos hablan.
No habló mucho el sevillano desde su llegada a los mandos, no al menos de forma oficial, dejándonos poco más de 30 palabras en un comunicado que ya forma parte de los anales del toreo. Sin mayor detalle, lo poco que hemos podido adivinar ha ido apareciendo de forma escalonada en diversas entrevistas que Garzón ha ido concediendo a selectos comunicadores, dejando a un lado posibles ruedas de prensa por el momento.
La primera de sus apariciones, frente a José Manuel Peña en el diario ABC, nos proporcionó un par de titulares, siendo el más destacable aquel en el que expresaba su preocupación por la más que posible confección de una Feria de Abril sin Morante de la Puebla (caso inédito desde el año 2018), para la que “se necesita la ayuda de Dios”. Servidor no puede estar más de acuerdo, si bien espera que El de Arriba le tenga en mejor estima que a Ramón Valencia, que tan falto de gracia estuvo para solucionar aquella y alguna que otra papeleta más, dejando seriales para el olvido. Por lo pronto, aunque confío en que haya solicitado intercesión divina, no ha querido comenzar sin antes peregrinar a Portugal.
La ausencia de Morante nos pesa a todos, y no es tarea fácil la que tiene Garzón sobre su mesa para iniciar mandato. No obstante, lo que idee para una temporada a priori tan atípica como la que se nos presenta en un ya inminente 2026, puede suponer un punto de partida para una renovación identitaria tan necesaria como la que precisa Sevilla. El líder de Lances de Futuro destaca por apostar por la juventud en su artesanía cartelera, y, aunque no se suplirá la vacante del cigarrero salvo que él mismo decida volver a tomar los chismes, podrá pesarnos menos si se brinda interés al platillo de la mano de la innovación (tal y como no se está haciendo en los primeros avances de la próxima temporada, llámenlo Castellón o Valencia). Por lo pronto, ya ha asegurado que los nuevos nombres del escalafón superior van a jugar un papel importante en la próxima Feria de Abril. Si cumple con su palabra, será de agradecer.
También ha adelantado que implementará ventajas para el abonado, aquel que Pagés menospreció durante tanto tiempo, hasta echarlo a patadas. No ha especificado cuáles, pero sin ser el lápiz más afilado del estuche me atrevo a adivinar que el coste del abono no será una mera suma de los precios individuales de cada festejo. Esto debe venir de la mano de la incorporación de un abono joven, algo que Garzón ha dejado caer de igual manera. Si no se mira por fomentar y educar en lo taurino a los jóvenes, anteponiendo al público de quita y pon, tendremos migajas para hoy y más que hambre para mañana.
Pero aún quedan cuestiones por abordar. Aún no se ha incidido en el precio de las localidades. Si lo especulado se cumple y finalmente vemos cómo el canon exigido a Lances de Futuro por parte de los maestrantes es superior al que se acordó en su día con Pagés, Garzón tendrá que hacer verdaderos malabares no ya para abaratar las entradas, sino incluso para no encarecerlas respecto a la última temporada. Tampoco sabemos qué ocurrirá con el nivel del toro, no al menos hasta que empiecen a saltar sobre el albero los primeros ejemplares de esta nueva era. Aunque no lo parezca, en Sevilla aún quedan aficionados, y éstos demandan mayores garantías en lo ganadero, a ser posibles, de la mano de hierros variados que erradiquen de una vez la monotonía en los corrales de la Maestranza.
Un plano preocupante, y que se ha tratado ya (aunque considero, no en suficiencia) es la retransmisión televisiva de los festejos. Si bien OneToro pretende posicionarse en primera línea y Garzón ya les sonríe a media boca, no puedo sino desilusionarme un tanto al suponer esto una clara amenaza para la retransmisión en abierto por parte de Canal Sur. La labor que realizaron las televisiones públicas en esta temporada ha sido encomiable, devolviendo a los toros la audiencia que se merecen en plazas de primera categoría. Con una plataforma de pago, no haremos sino retroceder bastantes pasos hacia atrás, justo en el momento en el que toca apostar por lo que está demostrado que funciona y hace llegar nuestra fiesta a todas las casas, como es el caso del trabajo realizado por el equipo de Enrique Romero.
En todo esto se adivina que luces hay, pero también algún amago de sombra. Aunque si algo es cierto, es que por el momento, no hemos visto a José María Garzón en acción. Por el momento, el rechazo generado por Pagés en el aficionado le brinda su voto de confianza. Ahora, queda mucho trabajo por hacer, mucho que demostrar. La afición merece mucho. Esperemos que, si Lances de Futuro decide echar raíces en el seno maestrante, sea para que crezca un árbol que dé fruto próspero, y sirva para alimentar a muchas generaciones, no sólo a una élite. Y si termina siendo el fatídico caso, que a Morante no le falten fuerzas para construir otra Monumental en Serva la Bari. A cruzar los dedos.

