La personalidad de la Feria del Pilar se escribe también con los hierros que han pasado por La Misericordia: ganaderías cuyo sello de bravura, encaste y carácter ha definido tardes memorables y ha marcado la expectativa de la afición. Desde corridas clásicas de Miura o Victorino hasta hierros contemporáneos que han hecho bandera en Zaragoza, el Pilar ha sabido conjugar lo legendario con lo renovador, ofreciendo a la ciudad corridas para el recuerdo y para la discusión.
Algunas ganaderías han dejado huella por su continuidad y su impacto mediático. Miura, por su extrema dureza y fama centenaria, ha sido siempre una referencia cuando aparece en el abono; su nombre despierta expectación y respeto entre público y toreros. Victorino Martín, con su tipo de toro exigente y de honda raíz, también figura entre las vacadas que han marcado tardes de Pilar con emoción y compromiso. Además, otros hierros como Torrestrella, Cebada Gago o Dolores Aguirre han formado parte de carteles que confluyeron en tardes emblemáticas de finales del siglo XX y comienzos del XXI.
No menos relevante es la aportación local y regional: ganaderías aragonesas y del entorno del Ebro han ido forjando una identidad propia. Vacadas como Los Maños (procedencia Santa Coloma en su última configuración) o explotaciones charro-aragonesas han dado al Pilar un matiz autóctono, conectando la ciudad con el campo bravo maño y reforzando la relación entre feria urbana y campo bravo. Esa coexistencia entre hierros españoles de largo abolengo y ganaderías regionales ha enriquecido la personalidad del abono zaragozano.
Hoy, la elección de ganaderías para el abono del Pilar obedece a una mezcla de tradición, búsqueda de espectáculo y equilibrio artístico: el empresario busca hierros que ofrezcan bravura, variedad y posibilidades para el toreo. Esa mezcla —Miura y Victorino, junto a hierros con menor cartel pero identidad propia— explica por qué la Feria del Pilar sigue siendo una escala imprescindible para medir tendencias y confirmar reputaciones. Entender las ganaderías que pasan por Zaragoza es, en buena medida, entender la Feria misma: su pasado, sus riesgos y sus ambiciones contemporáneas.