El segundo día de mis aventuras por Calasparra ha transcurrido en marcha ordinaria. Me montaba presuroso en mi Seat León rojo con la pragmática de llegar a tiempo y poder continuar con el repaso de la Historia Medieval murciana iniciado el día anterior y que tanto me servirá para salir limpio este año de la carrera. Tras dilucidar y proyectar la expansión de mi muy noble ciudad por las tierras altas del Guadalentín, esta vez emprendí camino hacia la ciudad de los mil doscientos años, la taifa de Ibn Mardanis. Tal vez pretendía justificar el centralismo latente en nuestra actual región, reflejado en la existencia de una autovía para el gozo y júbilo de dicha taifa —mientras un gran número de municipios carecen de esta conexión— o tal vez me persuadió el subconsciente al observar en la estepa lorquina tanta finca abandonada a su suerte y falta de un mayoral capaz y curtido en el campo como yo.
Con este afán reivindicativo, encastado y devoto a la historia, Juan Luis Fraile presentaba en Calasparra, frente a modas pasajeras, una auténtica corrida de toros de encaste Santa Coloma, perteneciente a la línea ibarreña de Pérez Tabernero.
Con algo más de dos tercios de plaza, sonaron clarines y timbales e hizo su aparición por la puerta de chiqueros “Jaquetón” —nunca un nombre estuvo tan bien puesto—, toro imponente, en puntas, largo pero cuajado, al cual la afición quiso reconocer con una ovación. Tónica que se mantuvo a lo largo de la tarde. Mariscal Ruiz, que sustituyó a un desafectado Capdevila, que sí estará al día siguiente (día cinco) en Villaseca de la Sagra con una novillada de encaste Domecq —juzguen ustedes—, lo paró con el capote comprobando así la poca clase (protestón al final del muletazo) y fuerza del novillo, a pesar de la cualidad de hilar por el pitón derecho.
En la muleta, Jaquetón se mostró incierto, mirón y desconfiado a la pelea, saliendo suelto en diversas ocasiones tras los intentos de Mariscal de fijarlo y templarlo con el trapo. Por esta condición, el joven novillero tomó distancias, posicionándose fuera de cacho en una faena necesitada de oficio y alturas. El final de faena estuvo condicionado por un revolcón al intentar una tanda por el pitón izquierdo. Media estocada que hizo efecto. Ovación.
Cerró Mariscal Ruiz su comparecencia en Calasparra con “Espartillo”. Nuevamente, novillo ovacionado de salida dadas las condiciones morfológicas de toro bravo, y es que “Espartillo” cumpliría los cuatro años en el mes de octubre. Sin novedades en el tercio de varas, vuelve a interpretarse como un mero trámite donde el toro actúa de manera alegre. Es en la faena de muleta donde Mariscal abusó de la intencionalidad de embestir del animal para excederse en los terrenos del toro, ahogando el fondo del animal que no mostró ni la orientación ni el sentido de sus hermanos. A la segunda cayó tras un aviso de la presidencia. Palmas al novillo-toro y al propio Mariscal.
César Pacheco volvía a Calasparra un año después de su mortal cogida en este mismo coso. “Envidioso” presentó menos cara (abierto de pitones) y hechuras que “Jaquetón”, manteniendo una buena presentación para la plaza. Tercio de varas desastroso por parte de la cuadrilla del mexicano con un puyazo trasero sin poner el caballo en la contraquerencia, que cierta parte del público protestó con insistencia. En la muleta, nulas posibilidades para César con un novillo de mucho peligro que hace caso omiso al engaño y que debía de llevar muy cruzado para no descubrirse, pues la voltereta se vislumbraba. Predisposición indudable del mexicano, que entraría a matar en dos ocasiones dejando una estocada caída. Silencio.
El segundo de su lote, “Espartillo II”, hermano del primer novillo de Mariscal, presentó condiciones propicias para el disfrute de la afición; pese a ello, César Pacheco no consiguió abastecer las necesidades del novillo, que solicitaba una faena medida de alturas y distancias, predominantemente por abajo. Animal necesitado de un aprendizaje, en cuanto a la embestida se refiere, que no llegaría, siendo toreado a media altura y sin pretensiones de ajuste para un novillo entregado que buscaba el engaño. La espada no funcionó y tuvo que recurrir al descabello en dos ocasiones. Silencio.
Hizo su presentación el peruano Alguiar. “Sortijillo” volvería a provocar el reconocimiento de la afición calasparreña. En varas, la señora Teresa García Sánchez —presidenta de la plaza de Calasparra— debe lidiar de manera urgente con los picadores para conservar el respeto y la educación taurina que llevan en sí tantos aficionados de la plaza de Calasparra. Antonio Muñoz llevó a cabo un auténtico despropósito de castigo, rectificando el puyazo hasta en tres ocasiones, siendo totalmente desmedido y cerrándole la salida al toro hasta el mismo tercio. Una auténtica carioca brasileña. Bronca de la plaza en su vuelta al patio de cuadrillas, que solicitaba la sanción del picador. Al finalizar el festejo, dicho personaje fue visto con la señora presidenta, la cual recriminaba su actuación. Según es sabido por este medio, finalmente no hubo sanción ninguna.
Dicho esto, buena brega del peruano pese a la negativa del novillo de acudir a la pelea. Novillo defensivo y protestón con el que Alguiar se tomó demasiadas precauciones sin poder llegar a la afición. Mató a la segunda intentona con una deslucida estocada baja, fuera de la cara del toro. Silencio.
“Sortijillo II” cerraba la segunda novillada de la Feria del Arroz de Calasparra. Otro auténtico toro para el peruano Alguiar, que una vez más pagó los platos rotos de una mala lidia. El novillo presentó cualidades positivas, como un buen y cadencioso pitón derecho acompasado por un buen ritmo a la hora de embrocar. Sin embargo, algo no le tuvo que gustar al peruano, que realizó una desgraciada faena donde predominó la distancia y no pudo a un potable toro de Juan Luis Fraile. Silencio.
LA RESEÑA
Plaza de toros de Calasparra (Murcia) || Segunda de la Feria Taurina del Arroz 2025
Entrada: Dos tercios de plaza
Se lidiaron novillos de Juan Luis Fraile, bien presentados en líneas generales y desiguales de juego y comportamiento.
- MARISCAL RUIZ, que sustituye a Gonzalo Capdevila, ovación y ovación;
- CÉSAR PACHECO, silencio y silencio;
- JULIO ALGUIAR, silencio y silencio;
Incidencias: Al finalizar el paseíllo, el público obligó a César Pacheco a salir a saludar una fortísima ovación en la tarde de su regreso a Calasparra después del gravísimo percance que sufrió hace un año el novillero mexicano en la plaza murciana.

