Y después de la tormenta, llegó Aguado

Aguado, Morante y Roca Rey iluminan Granada tras la tormenta

El sevillano dejó lo mejor en una tarde marcada por la lluvia y por lo nefasto del ganado, y en la que tanto Morante como Roca Rey lo acompañaron saliendo por la Puerta Grande.

Eran cerca de las nueve de la tarde y llevábamos cuatro toros despachados en una hora en un abrir y cerrar de ojos, una parte del ruedo seguía impracticable, y salió Veraneante, segundo sobrero de la tarde. Y se acabó todo. Lo recibió Pablo Aguado con una chicuelina y una serie de verónicas que cerró con dos medias de esas que pega él, templaítas templaítas y para enmarcarlas. Cuidó el sevillano al toro, evitando que pisara los terrenos del ruedo que peor estaban después del aguacero que había hecho retrasar el comienzo del festejo, y tras un correcto paso por el caballo y por las banderillas, le pegó directamente Pablo un molinete ligado con una tanda por el derecho con el que hizo rugir a la plaza. Después de eso, dos o quizás tres series más por el pitón derecho, en redondo, adornándose con ese gusto que sólo tienen los sevillanos elegidos, dejando trincheras, más molinetes, pases de las flores, kikirikis… absolutamente todo. Y por el izquierdo, más de lo mismo, sin dejar que el toro se rajara o se saliera de la muleta. Se fue por la espada en el momento justo, después de cerrarlo por ayudados, y dejó una estocada hasta la bola – quizás algo traserita – y con un golpe de descabello acertadísimo, dobló el toro. En mi opinión, incomprensible que sólo se cobrara una oreja, pero ya saben lo que pasa, el presidente aguanta la concesión de la primera hasta casi el arrastre del toro y… Hasta ahí. Sevillano y de San Vicente tenía que ser, me pidió un amigo que añadiera a la crónica.

Después del tradicional descanso para la merienda, con el ruedo más acondicionado, recibió el Genio de la Puebla – apostaría a que más de la mitad de la plaza llevaba, o llevábamos, los ya míticos calcetines de la tarde del rabo en la Maestranza – con un farol y unas chicuelinas con las que puso a la plaza completamente de pie. Una vez más, inexplicable que no se toque la música en esta ciudad cuando se hace algo así con el capote (o hay poco criterio para hacerlo, ya que en el siguiente toro sí se hizo). Había run run de faena grande, y nos equivocamos poco… Desde el inicio de faena fue la plaza una locura. Otra faena más para añadir a la lista de «grandes éxitos morantistas 2025», que no son pocos. Series por el derecho con una ligazón casi imposible de lograr pasándoselo no ya cerca, sino manchándose la taleguilla en cada pase. Los conocidos gritos de «José Antonio Morante de la Puebla» aparecieron antes siquiera de que el toro doblara, en cuanto Morante dejó un estoconazo que le valió para las dos orejas, y no cesaron hasta que, acabada la triunfal vuelta al ruedo, tras una lluvia de puros, sombreros o flores, pasó de nuevo en el callejón.

Con el quinto de la tarde vimos una vez más – y ya no sé cuántas van – que la plaza de toros de Granada tiene más o menos el mismo nivel de exigencia que una portátil, pero qué le vamos a hacer, si el fallo supongo que será del aficionado exigente que se sigue esperando ver otra cosa. Desde que asomó el toro – el mejor de la tarde, por cierto – se sabía lo que iba a pasar. Lo recibió Roca Rey por verónicas, tafalleras, gaoneras… Lo necesario para poner calentita a una plaza que se calienta con nada. Sonó la música tras este recibo (me gustaría que alguien me explicase porqué), y tras un magnífico tercio de banderillas, empezó la misma faena que hemos visto miles de veces. Comentaba con varios amigos que la crónica de la faena la podría haber escrito antes de ir a la plaza, y cierto es que me habría equivocado poco. La comenzó de rodillas en el tercio, deslizándose prácticamente hasta los medios arrodillado con una agilidad que nos recordó al mejor Fandi. Y claro, imitar al Fandi en Granada, es sinónimo de triunfo gordo. A partir de la quinta serie, cuando el toro comenzaba a pedir la hora, comenzó Roca a arrimarse, dejando una más que notable serie por cada pitón, pero poco más. Arrimoncito final, aviso, estocada tras pinchazo, la cuadrilla aguantando el arrastre del toro y dos orejas. Lo más destacable es que, al igual que el jueves, el Fandi rechazó salir por la Puerta Grande al saber que no la merecía, no sé si fue por casualidad o aposta, Roca Rey se quedó bastante atrás al cruzar la misma, saliendo primero tanto Morante como Aguado.

La cosa es que, tras la apoteosis aguadista del tercer del toro, y lo visto tanto en el 4º con Morante, como en el 5º con Roca Rey, estaba claro que Aguado, con una única oreja en el esportón, iba a hacer todo lo posible por no abandonar la plaza a pie, y vaya que sí lo hizo. Volvió a recibir al cierraplaza, de lo mejor presentado de la tarde, a la verónica, cerrando el saludo con una media a cámara lenta mientras sonaba el cambio de tercio. Tras ser picado poco, pero bastante bien, y ver otro buen tercio de banderillas, se fue Aguado a los medios a brindar la faena al respetable; una faena que comenzó por doblones, sacándose el toro hasta más allá de la segunda raya, y haciendo sonar «La Concha Flamenca». Al igual que en su primer toro, el denominador común a lo largo de toda la faena fue la naturalidad. Otra vez pases de las flores ligados con series en redondo, otra vez molinetes, otra vez trincheras y remates, una serie al natural de uno en uno completamente enfrentado al toro… Lo que viene siendo una barbaridad, para qué decir otra cosa. Y va lo pincha, pero claro, como en Granada el criterio cambia entre un toro el siguiente, a Pablo con un pinchazo y un estoconazo hasta la bola, sólo se le podía dar una oreja, no más, aunque lo suficiente para ser el triunfador indiscutible de la tarde.

De los primeros toros de la tarde (primero, primer sobrero, segundo y tercero), hay más bien poco que decir: el tercero prometía algo aunque, al igual que todos los anteriores, al llegar a un pequeño hoyo que había cerca de los medios, perdió las manos y comenzó a cojear. El palco sacó el pañuelo verde mientras Aguado remataba al toro con dos medias.

El primero de la tarde no valía ni para hamburguesas, lo probó Morante con cinco verónicas y ya no había toro. Al sobrero le cascó varias verónicas de recibo y más de lo mismo, el toro no tenía más fuerza que la de una mascota. Mal picado y tras un desastroso tercio de banderillas, le dio Morante tres pases y se fue por la espada. Dos pinchazos, estocada caída y una leve ovación al Maestro. Cómo sería el toro para que en Granada – EN GRANADA – se agradezca que el torero abrevie…

El primero de Roca Rey, más de lo mismo. Cojo debido, otra vez, al dichoso hoyo de los medios, sin fuerza ninguna, perdiendo las manos constantemente y, para colmo, un volteretón que no me explico cómo el animalito pudo levantarse sólo. Antes que un torero, lo que hacía falta delante de esa mole, era un veterinario. Dejó Roca una estocada algo trasera pero más que efectiva.

En fin, cada uno opinará lo que le parezca, yo me quedo con que Pablo Aguado echó, en mi opinión, una tarde cuatro orejas, y firmó su mejor tarde en Granada – y eso que las ha tenido espectaculares -, y, sobre todo, ha vuelto a ser el que era.

LA RESEÑA


Plaza de toros de Granada || Segunda de la Feria del Corpus 2025

Entrada: Plaza llena

Toros de Hnos. García Jiménez,  anovillados en la primera parte de la corrida y con unos pitones más que sospechosos. 1º y 3º devueltos, 1º bis y 2º sin fuerza ninguna, 3º bis, 4º, 5º y 6º bastante mejores. El 5º, el mejor de la tarde.

  • Morante de la Puebla, silencio y dos orejas;
  • Roca Rey, silencio y dos orejas tras aviso;
  • Pablo Aguado, oreja y oreja;
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