La corrida de José Escolar volvió a dejar en Pamplona el sello inconfundible de su encaste: toros con poder, exigencia y peligro, que no regalaron nada. Fue una tarde de mucha verdad, en la que los tres espadas respondieron con firmeza y compromiso a una corrida que pedía el carnet. Rafaelillo se llevó la peor parte al ser prendido con violencia por el cuarto, que lo lanzó desde el pecho por los aires en una voltereta brutal. Aún así, regresó al ruedo para recoger la oreja ganada con sangre antes de pasar a la enfermería. También Juan de Castilla fue arrollado por el tercero cuando ejecutaba las manoletinas finales, pero se repuso con una entereza torera para firmar una de las faenas más emotivas de la tarde. En el sexto, sin embargo, se topó con un manso de libro que impidió cualquier lucimiento. Por su parte, Fernando Robleño firmó sus mejores pasajes con la mano izquierda ante el quinto, a base de temple, pulso y terrenos muy precisos. Además, el público ovacionó con fuerza al finalizar la tarde al maestro J. Vicent Egea, director de ‘La Pamplonesa’, que hoy se despedía como titular de la banda. En el sexto toro, sonó el pasodoble ‘Club Cocherito’ siendo ovacionado al finalizar.
Rafaelillo recibió al primero de la tarde con una larga de rodillas en el tercio, en un saludo deslucido a un toro que nunca terminó de entregarse, siempre con muchos pies por delante. En el caballo se repuchó en ambos encuentros, sin querer castigo. Desde el inicio de faena, Rafaelillo impuso firmeza y disposición frente a un astado de áspero comportamiento, especialmente por el pitón izquierdo, por donde desarrolló más peligro. Fue una labor muy seria del murciano, que planteó la faena a base de muletazos aislados, siempre bien colocado y cruzado, tratando de extraer lo poco que ofrecía un toro que jamás humilló. Tras un pinchazo, dejó una estocada de tres cuartos. Silencio.
Robleño se estiró a la verónica en un recibo capotero con el que fue sacándose al toro sobre las piernas, marcando los terrenos. El de Escolar pasó por el caballo sin entregarse, protestando en ambos encuentros con el peto, especialmente en el segundo puyazo. Juan de Castilla firmó un quite ajustado por gaoneras desde los medios que calentó los tendidos. Robleño brindó la faena al público y planteó un trasteo basado en perderle pasos para provocar la embestida. Por el pitón derecho el toro ofreció mejores condiciones, mientras que por el izquierdo se mostró más reservón, reponiendo y buscándolo. Aun así, el madrileño logró una tanda de naturales largos, llevando la embestida larga ycon limpieza hasta el final. Pinchó en alto antes de dejar una estocada trasera. Ovación.
No terminó de encelarse el tercero en el recibo capotero de Juan de Castilla, y pasó sin celo por los dos encuentros con el caballo. Comenzó el colombiano su labor de rodillas en los medios, dispuesto a todo frente a un toro que tardaba en arrancar y reculaba de inicio, pero que, una vez metido en la muleta, tuvo emoción y repetición. Por el pitón izquierdo fue sencillamente sublime, entregándose y acostándose con clase en la muleta de Juan. El epílogo, compuesto por manoletinas de rodillas, culminó con una voltereta en la que fue arrollado sin consecuencias. No se arredró el colombiano, que volvió de hinojos a rematar por el mismo palo. Al entrar a matar, sufrió un feo derrote en el pecho, pero se repuso con raza y dejó una gran estocada que le valió para cortar una oreja de ley.
Se fue a la puerta de chiqueros Rafaelillo para recibir al cuarto de rodillas, y tuvo que echar cuerpo a tierra para evitar ser arrollado por el de José Escolar, que salió con mucho brío. Volvió a la cara del toro para recetarle una larga cambiada al hilo de las tablas, en un inicio de hinojos. El toro no quiso pelea en ninguno de los dos encuentros con el caballo. Ya con la muleta, se lo sacó Rafaelillo a los medios por doblones con torería ante un toro que comenzó embistiendo con clase y nobleza. Inició por el pitón derecho y pudo acoplarse con él en varias tandas a base de perderle pasos, provocando así la inercia en las embestidas del Escolar. Justo cuando la faena parecía despegar, Rafaelillo fue prendido de manera muy violenta por el pecho, siendo levantado por los aires. Tardó unos instantes en reincorporarse, pero volvió a la cara del toro, en un gesto de vergüenza torera. Visiblemente mermado, dejó una estocada entera, aunque el toro se resistió a doblar. Cortó una oreja de ley.
Se estiró a la verónica Fernando Robleño para recibir al quinto de la tarde, que pasó por sus dos encuentros con el caballo sin decir nada. Quitó Juan de Castilla en su turno por chicuelinas con buen trazo. Ya con la muleta, Robleño se sacó al toro a los medios por doblones bajos antes de iniciar faena por el pitón derecho, donde el de Escolar protestaba en cuanto se le exigía, calamocheando y reponiendo constantemente. Por el pitón zurdo el toro ofreció mejores condiciones, y el madrileño aprovechó para firmar los muletazos más logrados, con mayor pulso y cierto relajo, aunque siempre precisando del toque preciso en la muñeca para arrancarle la embestida. El epílogo llegó con una tanda de naturales de frente, rematando una faena que se diluyó con varios pinchazos y golpes de descabello.
Con un brillante juego de piernas se sacó Juan de Castilla al sexto hasta los medios con el capote, aunque el toro no humilló ni una sola vez. Pasó por el caballo sin entregarse antes de que el colombiano lo esperase de nuevo en los medios para abrir faena al natural. Pero pronto se hizo evidente que no habría obra posible: el de Escolar fue un toro manso y con peligro, que jamás humilló y siempre llevó la cara por las nubes, desluciendo cualquier intento de lucimiento. La suerte suprema se complicó aún más ante un toro que nunca descolgó y que tapaba siempre la entrada al acero. Tras un aviso, Juan de Castilla logró, con habilidad y decisión, pasaportarlo.
LA RESEÑA
Plaza de toros de Pamplona (Navarra) || Octava de la Feria de San Fermín 2025
Entrada: Lleno de ‘No Hay Localidades’
Toros de José Escolar,
- Rafaelillo (Verde y Oro) : Silencio y Oreja;
- Fernando Robleño (Gris plomo y Oro) : Ovación y Silencio tras aviso;
- Juan de Castilla (Grana y Oro) : Oreja tras aviso y Silencio tras aviso;

