PASIÓN, MUERTE Y RESURRECCIÓN, DE NUESTRO SEÑOR Y DEL TOREO

Al ser está, mi columna, quincenal, la próxima vez que me lean será Martes de Pascua, y ya habrá pasado la que es, para mí, la semana más especial del año, la Semana Santa.

Los pasos y parihuelas volverán a sus garajes y cocheras, donde permanecerán hasta la Cuaresma del próximo año. Se guardarán los percheros de túnicas, capirotes y cíngulos en las casas de Hermandad, preparados ya para ser llevados a las tintorerías una vez que pase el verano. Las notas de aquella corneta que nos atravesó el corazón, callarán nuevamente. Se irá limpiando la cera de nuestras calles, se desmontarán palcos, tribunas y las rampas de algunas iglesias. Y sí, el recuerdo de aquella preciosa mujer de mantilla que llevamos arrastrando una semana – no me digan que no les ha pasado –, se desvanecerá. Todo volverá a su sitio, porque al fin y al cabo, ese es su sitio.

Pero no quiero pecar de nostálgico, menos aún, cuando quedan tres días para el Viernes de Dolores, “el de la penúltima vigilia”, que se decía en mi casa. No. Este no es el sitio ni el momento para hacerlo. Vengo a hablarles de lo que está por venir, taurinamente hablando, por supuesto.

Siempre he creído en los paralelismos, y muy pocas veces en las casualidades. Y siempre he creído que hay un cierto paralelismo, un parecido singular, entre el Toreo y la Semana Santa.

En ambas, todo es efímero; nos pasamos meses esperando a que llegue, y cuando nos damos cuenta, prácticamente ya se ha ido. Al igual que durante las ultimas semanas de la Cuaresma, muchos nos damos cuenta de que ya todo está acabando, también cuando llegue septiembre, nos daremos cuenta de que la temporada taurina, esa que llevábamos tiempo esperando y disfrutando, va llegando a su fin, y cuando nos sentemos en el tendido del jienense Coso de La Alameda – donde acaba mi temporada año tras año desde hace ya unos cuantos – seremos conscientes de que llega el momento de esperar a que todo vuelva a comenzar.

Y cómo no, nos pasaremos los meses invernales disfrutando de lo que hemos visto este año, ya sea un paso de palio por la sevillana plaza de la Campana, o aquella faena en la primera plaza del mundo que nos hizo enloquecer. Y sí, sin duda, también tiraremos de hemeroteca, desde antiguas retransmisiones de Semana Santa hasta Juncal o Currito de la Cruz. No me digan que no se disfruta viéndolas en diciembre junto a un brasero o una chimenea.

Pero ya les he dicho que no quiero ser nostálgico, así que quedémosnos con lo bueno, con lo que está por venir: de igual manera que, en unos días, celebraremos la Resurrección del Señor, resurgirá también el toreo en su máximo esplendor, Madrid, Sevilla Málaga, Nimes… Y tras esas plazas, la temporada seguirá su curso habitual, las ferias de Córdoba o Jerez en mayo, los innumerables festejos para el Corpus ya en junio, el verano que vendrá cargado de ferias… Todo echará a andar, volveremos a la normalidad taurina, a los tendidos, las andanadas, las barreras los más pudientes… Volveremos a donde queremos estar.

Así que háganme caso y prepárense. Saquen del armario las almohadillas – pero no las arrojen sin motivo – los sombreros Panamá, preparen las camisas cubanas y los chinos y disfruten, sobre todo disfruten.

Y claro está, si el que me lee es cofrade, que tenga una magnífica Estación de Penitencia.

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