Como siempre, no es mi intención hacer una crítica del Festival Taurino celebrado en Sevilla el pasado domingo 20 de octubre, pues saben que no es mi costumbre escribir acerca de tardes a las que no puedo asistir, y en la tarde del citado domingo yo me propuse la honorable tarea de no levantarme del sillón de orejas para descansar de la procesión Magna – magna en todos los sentidos – celebrada en Jerez y que me había hecho acostarme apenas diez horas antes del inicio de dicho Festival. Sin embargo, sí quiero escribir acerca de algo relacionado con esta cita taurina, y es si un sólo festival es suficiente para homenajear a alguien como Curro.

No. Para mí no lo es.

Para el Faraón, todo es poco, incluso un festival en el que han estado presentes algunas de las mejores espadas del mundo del toro. Aunque la Maestranza se engalanara con ramitas de Romero, aunque en el palco estuviera él acompañado por Rancapino, aunque se volviera a ver al mejor Cid. Con eso y con todo, es poco para alguien como Curro.

¿Cómo va a ser suficiente un sólo festival para homenajear a alguien que sigue creando taurinos más de veinte años después de su retirada? Saben perfectamente que esto no es ninguna exageración, aún hoy en día nacen Curristas, unos Curristas que nunca lo vieron torear, pero saben que aquel torero de Camas, con el capote pequeñito y esa apariencia de “fragilidad” tiene algo especial.

Recuerdo una entrevista de Víctor García Rayo a Alberto García Reyes hará cosa de un par de años. García Rayo preguntó qué iba a pasar cuando Curro se vaya.

No, el Maestro no se va a ir nunca

Esa fue su respuesta ¿qué más que hay que añadirle?

Habría quizás que hacer un estudio mucho más amplio de cómo es posible que todavía hoy – 22 de octubre –, que se cumplen veinticuatro años exactos de su retirada, siga habiendo curristas que ni siquiera han coincidido en el tiempo con Curro cuando éste estaba en activo – este que les escribe es un ejemplo ya que, el día que el Faraón se retiró, mi madre estaba de siete meses –. Pero ese estudio me parece algo infinitamente más complejo que hacer este artículo, porque, si les soy sincero, ni siquiera yo mismo sé qué hizo Curro para que yo sea uno de los suyos. Ser único, supongo.

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