Entre bulos y verdad: el toreo en la era del tuitendido

Entre bulos y verdad: el toreo en la era del tuitendido

Tenemos hoy, como sociedad, la suerte —o la desgracia— de contar con canales de comunicación donde la inmediatez manda. Y lo hace de tal manera que la calidad informativa se ha desplomado a pasos agigantados. Aunque parezca increíble, todavía hay un gran número de personas que consumen prensa profesional. Sin embargo, el verdadero problema está en los jóvenes: cuesta un mundo engancharles a la comunicación de verdad, la contrastada, la hecha por periodistas.

Hoy basta con deslizar un dedo para entrar en Twitter —o X, como ahora lo llaman— y comenzar a “informarse”. Pero cuidado: más del 70% de lo que circula ahí no es verdad. ¿Un ejemplo reciente? El supuesto veto de Roca Rey a Morante. En cuanto se corre la voz por el «twitendido», la información —o la desinformación— vuela, y lo hace tanto para bien como para mal. Y daña, vaya si daña. Especialmente a los profesionales que, aunque juren no leer las redes, acaban leyéndolas en la soledad de su habitación en el hotel.

¿Se han preguntado cuánto puede afectar un comentario público a un torero que se juega la vida cada tarde y que no siempre logra redondear la faena? Cuando a eso se le suma la polémica artificial alimentada por usuarios que simplemente se dejan llevar por la corriente, el daño ya está hecho. Se forma un nudo que nunca debió existir.

Hace unos días, El Cid explicó en El Toril de Onda Madrid lo que ocurrió durante su primera comparecencia en el abono santanderino. El empresario José María Garzón les dijo durante la corrida: “Si hoy pasa algo importante, el sustituto de mañana será quien se lo haya ganado”. Y ese fue El Cid. Claro y sencillo. Se llama meritocracia, eso que tanto pregonan los tuiteros que hace falta en la Fiesta. Pues ahí la tienen: el triunfador de la tarde anterior fue premiado con una sustitución en la misma feria al día siguiente.

Pero el tema va más allá. Hay un odio acumulado contra Roca, que tiene la «mala suerte» de ser Rey y de llevar el toreo en la palma. Y se enfrenta —o lo enfrentan— con un Morante que atraviesa una temporada inigualable. Que en pleno 2025 tengamos a dos figuras inalcanzables por su categoría debería ser motivo de celebración, no de linchamiento.

Pero claro, hay que armar escándalo, porque si no, no estaríamos en agosto, el mes más taurino del año. Roca lo tenía fácil: quedarse en el hotel, pedir un parte médico —como hacen otros con mucho menos— y evitar El Puerto después de la tremenda ‘paliza’ que sufrió el viernes en Huelva. Pero no se lo permitió. No por él, sino por el toreo. Podrá gustar más o menos, pero la Fiesta lo necesita tanto como a Morante. Son dos pilares que aún tiran del carro.

Y si los quitamos… ¿Quién queda que pueda sostener ese peso? Más allá de algunos detalles prometedores, ninguno. Aunque, eso sí, me ilusiona lo que viene por detrás: Menes, Aarones Palacios, Cristianos Torres,  Zuluetas, Martínez Morillas, Clovis (todavía sin picadores, pero ojo con ese francés, que puede sorprender). Y me dejo muchos, y eso es una buena noticia.

Porque el toreo tiene futuro, si sabemos cuidarlo. Y si no lo manchamos con informaciones absurdas, sin contrastar, que solo sirven para dañar.

La Fiesta no tiene un problema de comunicación por culpa de la prensa. Los medios profesionales estamos aquí para hacer nuestro trabajo con rigor. El problema lo tienen quienes utilizan mal las redes, quienes esparcen bulos que no informan, sino que destruyen.