Septiembre siempre ha tenido un peso específico en la temporada taurina. Mientras las grandes ferias del verano van cerrando ciclo, llega el momento de los novilleros. Ese escalón previo a la alternativa encuentra en este mes su mayor escaparate: plazas que apuestan por la juventud, certámenes que se han consolidado como referencia y tardes donde lo que está en juego no es una oreja más o menos, sino la posibilidad real de abrirse camino en una profesión que apenas concede segundas oportunidades.
Ferias como el Alfarero de Oro de Villaseca de la Sagra o la Vid de Oro de Arganda del Rey han logrado devolver a las novilladas el prestigio que merecen. No se trata de simples ferias: son auténticas citas de máxima exigencia donde el novillero se enfrenta a un toro serio y a un jurado implacable, que no es otro que la propia afición. Allí se mide el presente y se vislumbra el futuro, porque quien es capaz de responder en esas plazas tiene ya parte del camino andado hacia las ferias mayores.
El valor de estas novilladas va más allá del resultado artístico. Representan la garantía de continuidad de la tauromaquia. Sin ellas, el relevo quedaría en el aire. En un momento en el que la profesión necesita savia nueva y toreros que conecten con nuevas generaciones, septiembre se convierte en el punto de inflexión: es ahora cuando los nombres empiezan a sonar con fuerza o, por el contrario, se diluyen en el anonimato.
El compromiso de ayuntamientos, peñas y colectivos que sostienen estas ferias es digno de destacar. En Villaseca, Arganda y en tantas localidades que programan novilladas en septiembre, se entiende que apostar por los jóvenes no es un gasto, sino una inversión en el futuro del toreo. Y se entiende también que sin un primer escalón serio, exigente y con repercusión, no habrá figuras mañana en las grandes ferias.
Septiembre es, en definitiva, el mes de la verdad para los novilleros. Un tiempo decisivo donde cada pase cuenta y donde la ilusión se mezcla con la necesidad de abrirse paso. Allí, en esas plazas que mantienen viva la esencia de la oportunidad, se juega el mañana de la tauromaquia. Y es justo reconocerlo.