El hierro que perteneció a Francisco Rivera “Paquirri”, símbolo del proyecto ganadero que el inolvidable matador emprendió en la finca Cantora, tiene nuevo propietario. El ganadero castellonense Daniel Ramos, criador de bravo en Borriol, ha adquirido los derechos de esta marca en la reciente subasta organizada por la Real Unión de Criadores de Toros de Lidia, destinada a recuperar hierros históricos que permanecían en desuso.
El hierro, inconfundible por su trébol de cuatro hojas con una P central, fue heredado en su día por Francisco y Cayetano Rivera Ordóñez, hijos del torero gaditano. Con esta operación, pasa ahora a manos de Hugo y Héctor Ramos Villalonga, hijos de Daniel Ramos, quienes podrán utilizarlo en el futuro para marcar a fuego las reses de la casa, devolviendo a la vida una de las señales más sentimentales del campo bravo contemporáneo.
El sueño ganadero de Paquirri
Francisco Rivera “Paquirri” tuvo siempre en mente el deseo de convertirse en ganadero. Una vez consolidado como figura del toreo, dio el paso definitivo en 1979, cuando adquirió a Marcos Núñez este hierro acompañado de reses del encaste Núñez, del que era un enamorado y que tantos éxitos le brindó en la plaza.
En Cantora comenzó a levantar su ganadería, tentando y herrando sus primeros animales en la plaza de tientas, donde el hierro apareció documentado en numerosas fotografías y momentos relevantes de la finca. Su ilusionante proyecto quedó interrumpido tras la trágica tarde de Pozoblanco, que puso fin a su vida y truncó también su sueño como ganadero.
Tras su fallecimiento, el hierro pasó a sus hijos, quedando finalmente en manos de Francisco Rivera Ordóñez, quien en 2003 consolidó su propio proyecto en una finca de Llerena, manteniendo el hierro, los colores de la divisa —negro, rojo y blanco— y adoptando el nombre de “El Trébol” en honor al diseño de la señal.
Daniel Ramos mantiene el legado
Con la adquisición del hierro, Daniel Ramos reafirma su compromiso con la tradición ganadera y el encaste Núñez. Su intención es mantener tanto la forma del hierro como los colores de la divisa, preservando la identidad histórica de una marca cargada de simbolismo.
El ganadero castellonense, que ya formaba parte de la Real Unión de Criadores de Toros de Lidia —siendo además el primer criador de la Comunidad Valenciana integrado en esta institución—, suma así su segundo hierro dentro del colectivo. Se convierte, además, en el tercer hierro existente actualmente en la Comunidad Valenciana, consolidando la presencia del campo bravo en esta región.

