El pasado 12 de octubre marcó el final de una era en la Plaza de Toros de Las Ventas. Florencio Fernández “Florito”, figura clave en el engranaje de la plaza madrileña durante 39 años, anunciaba su retirada del coso que ha sido su casa desde que en los años ochenta recibiera la llamada de Manolo Chopera. “Empecé de mayoral, y en 2006, cuando José Antonio Chopera me pidió que hiciera de veedor, no quería hacerlo… pero me convencieron, y desde entonces he estado al pie del cañón”, recordaba.
A lo largo de casi cuatro décadas, “Florito” ha vivido la evolución del toro en la primera plaza del mundo. “El toro ha crecido muchísimo. Si uno ve corridas de hace 30 años, no tienen nada que ver con lo que sale ahora en Madrid. La afición es la que te exige, y eso ha hecho mejorar al toro”, explicaba.
La labor de veedor —una de las más desconocidas y exigentes dentro del toreo— le obligaba a recorrer el campo bravo durante los inviernos, planificando la temporada con un año de antelación. “De mitad de San Isidro ya empezaba a preparar la temporada siguiente. Madrid es una plaza de temporada, y eso no te da tregua”, apuntaba.
Entre los momentos más duros, Florito no dudó en señalar los efectos de la pandemia en el campo bravo. “La pandemia nos transformó a todos. Los ganaderos tuvieron que reducir vacas y eliminar animales con defectos, y eso ha generado una escasez que seguimos arrastrando. Ganaderías que antes tenían 350 madres ahora apenas llegan a 150. Es difícil encontrar toros para Madrid”.
Pese a todo, su compromiso con la diversidad de encastes ha sido constante. “He intentado ayudar siempre a los ganaderos de encastes minoritarios. Madrid admite todos los encastes, y es la plaza de la oportunidad. Algunos se han recuperado gracias a los desafíos y concursos que organizamos”, destacaba, citando el caso reciente de Partido de Resina como ejemplo de resurgimiento.
Ahora, el testigo pasa a manos de su hijo Álvaro, que continuará la labor familiar en los corrales de Las Ventas. “A mi hijo le enseño todo lo que sé, pero sobre todo le inculco que esto es 24 horas. Hay que estar pendiente, sacrificarse, porque los toros son animales salvajes y cualquier descuido puede ser fatal”, confesaba.
Florito no oculta que le costará desprenderse de una vida entera entre los chiqueros y los bueyes. “He soñado, he trabajado, he luchado. Ya he subido todos los peldaños. No me jubilo, me retiro, porque ya he llegado arriba del todo”, resumía con emoción.
Fiel a su espíritu incansable, el mayoral continuará al frente de los bueyes en plazas como Valencia, Sevilla, Albacete, Castellón o Murcia. “Seguiré ayudando a la tauromaquia desde donde pueda. Soy aficionado, no taurino. Y esta fiesta la tenemos que defender nosotros, los aficionados”, concluía.

