Foto: ABC
Rafael G. Garrido recibe a El Debate en su despacho, consciente de que sobre sus hombros descansa buena parte del futuro inmediato de la tauromaquia. Abonado de Madrid desde niño, asegura que su visión ha cambiado desde que pasó del tendido a la gestión: “Cuando te conviertes en profesional descubres que hay elementos que son diferentes a cómo los veías desde el graderío. Unos pocos te decepcionan y otros te impresionan todavía más”.
El empresario defiende la fortaleza del producto taurino por sí mismo, aunque subraya la necesidad de integrarlo en el ocio de una ciudad tan competitiva como Madrid. “Los toros tienen entidad como negocio por sí mismos. Pero cuando llegamos a Las Ventas había bajado el interés social porque no estaban integrados con el nivel que merecen”, explica. Los datos avalan el cambio: más de un millón de espectadores han pasado en el último año por la Monumental entre la temporada taurina y los eventos de invierno.
Los jóvenes y la revolución en Las Ventas
Uno de los puntos fuertes de la gestión de Plaza 1 ha sido la irrupción masiva de público joven. Garrido se muestra orgulloso: “Hemos sido los primeros en ondear la bandera que han seguido los jóvenes para llegar a la plaza”. Señala que la clave ha estado en complementar la corrida con una oferta de entretenimiento posterior, algo que ha permitido que muchos descubrieran el espectáculo “desde dentro”.
Los resultados superan cualquier previsión: “Nuestro objetivo era que por cada diez jóvenes que acudieran, uno se aficionara. Hemos multiplicado ese número por nueve”. Por eso considera que la responsabilidad de formar a esta afición debe ser compartida: empresas, toreros, instituciones y sociedad.
A quienes les acusan de convertir la plaza en una discoteca, responde con rotundidad: “Los hechos nos dan la razón: la plaza está más viva que nunca, tiene más abonados que nunca y despierta más interés que nunca”.
San Isidro, los plazos y los nuevos valores
La anticipación en la elaboración de los carteles ha generado críticas por perjudicar a los toreros emergentes. Garrido reconoce el problema, pero apunta a una necesidad logística: “Es inviable que los carteles salgan unas semanas antes del serial. Con la oferta de ocio de Madrid, el público planifica con tiempo”. Aun así, garantiza que “si un torero triunfa, acabará anunciado en Madrid”.
Sobre el relevo en el escalafón, advierte del momento crítico que vive la tauromaquia tras las retiradas de grandes figuras: “Es necesario planificar ese relevo. Tenemos una cantera importante”. Enumera nombres llamados a sostener la nueva etapa: Emilio de Justo, Borja Jiménez, Tomás Rufo, Fernando Adrián, Pablo Aguado, Juan Ortega, David de Miranda o Víctor Hernández.
La rentabilidad sin televisión es, en sus palabras, “muy difícil”. Por ello estudia la posibilidad de que Nautalia entre en una plataforma especializada en contenido taurino, aunque por ahora solo analizan su viabilidad. Lo tiene claro: “Siempre calidad. San Isidro es garantía”. Y reivindica la importancia de la difusión televisiva: “Lo que no se ve no existe. Me gustaría que los toros volvieran a la televisión pública nacional”.
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