Indisposición de Álvaro Núñez en Lorca

Paco Ureña, gran triunfador con cuatro orejas y Puerta Grande en Lorca

Dicen que nadie es profeta en su tierra y Lorca no lo es para mí. Desde la reinauguración de Sutullena no se recuerda una afable tarde de sol y toros como las de antaño. Tal vez la poligonera apariencia de la actual plaza de toros de Lorca y su público nada tengan que ver con la de antes; tampoco la gestión. Tarde en Lorca nublada y con rachas de viento, donde el tráfico y una fachada provisional, chabacana y desganada de las inmediaciones de la plaza no te invitaban a acudir con demasiado entusiasmo a su interior, tampoco bien previsto. Esto de las obras del AVE transcurre al mismo compás que el desenlace de la corrida. La plaza presentó un casi lleno a falta de unos cientos de asientos, tal vez de algunos aficionados (en mayúsculas) que decidieron solicitar la devolución de la localidad tras la negativa de la empresa de buscar sustituto a José María Manzanares. “Los honorarios del ausente se encuentran mejor en los bolsillos de los otros dos espadas que en los de un modesto torero murciano que viene haciendo las cosas muy bien y podría poner en apuros al protegido de la gestión”, debieron pensar. ¿Qué mala imagen daría, no creen? Además, la viralización de los presupuestos de la plaza, honorarios del ganado y actuantes no sentó muy bien a la afición, que recordemos es la que paga la organización de los festejos, pues es propiedad municipal. La única alegría de la tarde para la afición lorquina sería la elaboración, por el Club Taurino de Lorca presidido por Juan Coronel, de unos programas de mano donde se aportaron datos básicos sobre el animal y la lidia. Muy necesario para la educación taurina del público de Lorca.

Tras poner a los lectores en situación, sonaron clarines y timbales y comenzó la única corrida de feria de la Ciudad del Sol, con astados de Álvaro Núñez.

“Gavilán” fue el toro que gozó de la vuelta de la Jota Lorquina a Sutullena, que sonaría tras la salida de toriles del mal presentado animal. Resultó ser un toro de caja pequeña, pasado de kilos y sin cuajo (de estos que intentan colar en plazas de tercera), que ostentó un feo tranco por el sobrepeso mencionado, condicionantes idóneos para sumar a la escasa fuerza del animal. Picotazo en el caballo para intentar mantener al animal en pie, que no se esmeraría en la faena. De esta forma, Paco Ureña optó por recurrir a los pies del animal —pues siempre resulta un encaste móvil— y dejar algunas vistosidades que no llegaron a transmitir al tendido lorquino por la poca clase y ritmo del toro. Desfondado “Gavilán”, el lorquino acudiría a la espada para matar al inválido animal. Cayó a la segunda, aunque algo desprendida. Minoritaria petición de los tendidos y oreja para el lorquino, que regaló al comienzo de la vuelta al ruedo.

A Juan Ortega no le fueron mejor las cosas. “Rojito” resultó, por trapío, un toro más acorde a una plaza de tercera: bajo, más cuajado, armónico y con más cuello. Decente presentación. Todo quedaría en la apariencia, pues salió suelto en reiteradas ocasiones, descomponiendo el recibo de capote del sevillano, toda una osadía. Con los mismos pies y la misma falta de fuerza acudió Juan a las tablas para realizar un torerísimo comienzo de faena que no pudimos degustar por la estructura de la remodelada plaza. No iría a más, pues, apto de celo y pies, se ausentó de calidad, ritmo y profundidad. Sonó la música, pues algo había que hacer. Juan lo intentó sin premio. Dejó media estocada al segundo intento y, replicando la primera faena, con una petición minoritaria se premió la disposición del sevillano.

El segundo de Paco Ureña, “Aseado”, acabó por ser el peor toro de la corrida en cuanto a hechuras se refiere: alto, sin cuajo, con lomo recto, cara pequeña, corto de pitones, morillo sin desarrollar y manso al caballo, pues se dolió del castigo. Presentó más prontitud y pies que sus hermanos, permitiendo a Paco un austero quite por chicuelinas en los medios. Austero no por la ejecución del lorquino, sino por la indisposición de un nuevamente inválido animal. No acabó por meter mal la cara en el embroque, pues humillaba; aun así, su falta de fuerzas le condenó. Sonaron los primeros olés de la tarde tras un solo de trompeta de la banda de música que entretuvo a los asistentes ante el difícil panorama. Intentonas descompuestas del lorquino, que no pudo rascar nada del astado. Optó por arrimarse a la cuna del noble animal cuando bajó la persiana. Bajonazo caído y dos orejas.

Nada pararía a los tendidos lorquinos a partir de ahora. Estamos de feria, salía algo de sol, la gente acudía a la cantina; esto tenía que cambiar. A partir de aquí, los tendidos se empezaron a mover, los palcos de sombra poblados por “los amiguísimos” continuaron bebiendo de espaldas a la faena y la gente se retiraba por las bocanas, ausentes de seguridad, en busca de preverse para el acontecimiento de la tarde: la merienda. Éxito antológico del embutido lorquino.

“Sosegado” pudo ser el indicado para tornar el devenir de la tarde, pues permitió un medido recibo con la capa en el que se implicó decentemente. El tercio de varas, tan denostado actualmente, resultó soberano: el pequeño y bizco animal cayó bajo el peto tras recibir castigo. Otro inválido. Rápidamente, los tendidos protestaron la condición del animal y se ausentaron de la lidia. Tuvo que malinterpretar la banda la protesta, pues comenzaron a tocar. Imposible para Juan Ortega: toro sin fondo y ritmo que no pasaba, con el que se extendió innecesariamente. Mató a la primera. Palmas.

La indisposición de los toros no hizo más que extenderse a los tendidos, donde también hubo algunos indispuestos. “Campiñero” agradó la vista de los aficionados, pues resultó ser un toro digno de presentación que pudo con sus formas. La buena condición del animal, que demostraría durante la brega, se esfumó al no cortar Curro Vivas al toro en la querencia, recibiendo así cuatro puyazos tras sucesivas rectificaciones. Dada esta situación, vislumbró el poco fondo del animal. Debía Paco aprovechar lo poco que le quedaba. Una tanda con la derecha en el tercio bastó para confirmar las buenas condiciones del animal: buen tranco, ritmo, clase en el embroque, profundidad, humillación y celo. Le pidió todo por abajo el cadencioso animal, planteamiento que Paco no respaldó, agotando las escasas fuerzas del animal con la diestra a media altura. Este manso con celo resultó ser el más apto de la tarde, siendo arrastrado sin medir todo su potencial. Final impetuoso del lorquino, que optó por irse de rodillas para cortar una oreja al segundo intento y con una media estocada.

La ausencia de control en las bocanas del tendido y el triunfalismo de la tarde permitió que un espontáneo, con la misma invalidez que los animales, saltara al ruedo para alabar al torero lorquino. La policía no comprendió este énfasis y lo expulsó de la plaza. Se quedó Sutullena sin el más curtido de los aficionados.

Tras esta anecdótica situación, los buenos aficionados de Lorca tenían fe en “Guerrito”, toro mejor presentado de la tarde, que sustentó una ofensiva cara gracias a su abierta encornadura. El toro, de buen trapío y hechuras, desentonó en la despareja, mansa y desfondada corrida de Álvaro Núñez. Tras aquerenciarse en toriles, pudo Juan realizar un templado y sevillano inicio en tablas por trincherazos, que puso en evidencia la poca clase y fuerza del animal. Le llegó su hora en el caballo, donde recibió un desmedido puyazo que fulminó las posibilidades del animal. Desfondado, anduvo en la muleta sin poder Juan esbozar retazos de su concepto. Aburrido por el ansia de triunfo del sevillano, amagó por echarse. Ejecutó de buenas maneras la suerte de matar dejando una grata estocada que le permitió un trofeo y abrir la puerta grande del coso lorquino.

Sin echarse el animal, abandonaba el público los tendidos en dirección al ferial.

Sutullena, ¿qué voy a hacer contigo…?

LA RESEÑA


Plaza de toros de Sutullena (Lorca) || Corrida de Toros

Entrada: Plaza llena.

Se lidiaron toros de Álvaro Núñez, bien presentados y de buen juego, en la que destacaron tercero y quinto por su calidad.

  • PACO UREÑA, oreja, dos orejas y oreja;
  • JUAN ORTEGA, oreja, ovación y oreja;
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