Por: Francisco Larrad
El veterano torero Sánchez Vara firmó una tarde de torería, poder y conocimiento en la exigente corrida concurso, destacando frente a dos toros de imponente presencia. Su entrega, técnica y sentido del temple brillaron con luz propia en una tarde donde su nombre volvió a pesar. Damián Castaño dio un valor importante y Miguel Andrades dejó una huella a tener muy en cuenta en lo que resta de temporada, su valor y arrojo es de otra galaxia.
Bajo un cielo incierto y con el hierro como verdadero protagonista, la plaza vive esta tarde una corrida concurso de ganaderías de acento francés y sabor añejo. En el cartel, la experiencia de Sánchez Vara, la firmeza de Damián Castaño y la ilusión de Miguel Andrades, que tomaba la alternativa. Se lidiaron astados de Cura de Valverde, Hubert Yonnet, François André, Tardieu Frères, Barcelo y La Golosina, en una cita donde la bravura quiere abrirse paso entre contrastes y silencios.
Toro complicado el de la alternativa de Miguel Andrades, que no encontró en su enemigo el aliado soñado para tan señalado día. Desde salida, el de François André mostró genio y escasa entrega, y pronto evidenció querencias que dificultaron la lidia.
La actitud del joven torero fue la clave: decidido, firme y sin escatimar esfuerzo, logró imponerse por momentos y dejar una buena impresión en su debut como matador. Con la muleta, pese a que el toro se rajó pronto, Andrades sacó algunos muletazos templados y de buen trazo, especialmente por el pitón derecho. Cerró con una estocada efectiva y escuchó una ovación que premió más la disposición que el lucimiento.
Impresionante de presencia el toro de Cura de Valverde que abrió la tarde para Sánchez Vara. Una estampa de otra época, seria, honda, con ese punto de fiereza que impone desde el primer momento. El veterano torero supo entenderlo desde el inicio, llevándolo con temple hasta los medios en una lidia muy suya: sobria, mandona y sin concesiones. Fiel al gusto francés, colocó al animal con precisión para el primer tercio. Francisco Navarrete cumplió con solvencia en la suerte de varas, y Sánchez Vara, con oficio, lo puso tres veces al caballo, sin castigar en exceso pero dándole sitio para mostrarse. El gesto fue agradecido por el público galo, que reconoció la intención de lucir al toro en su integridad.
En banderillas, compartió el tercio con Miguel Andrades, en un gesto de torería. La faena se tornó accidentada por un momento cuando el toro rompió las tablas y llegó a colarse en el callejón, dejando un instante de tensión. Brindó al público antes de coger la muleta. Con ella, Sánchez Vara ofreció una lección de lidia. Parecía fácil lo que hacía, pero no lo era: sus 25 años de alternativa se notaron en cada decisión, en cada colocación, en cada muletazo bien pensado a un toro con dificultades y sin entrega plena. Lidia de veterano ante un toro de los que pesan. Entró a matar recibiendo, fiel a su concepto, pero la espada no cayó donde hubiera deseado. Aun así, dejó una actuación seria, meritoria y torera que fue valorada con justicia desde los tendidos. Ovación y vuelta al ruedo.
El tercero de la tarde, con el hierro de Hubert Yonnet, lució buena presencia, serio por delante y con esa expresión torva que distingue a los toros de esta casa francesa. Se le lidió con acierto en el primer tercio, con una correcta pelea en el caballo que dejó ver algo de bravura de salida. Sin embargo, el toro fue apagándose conforme avanzó la lidia.
Damián Castaño, dispuesto y técnico, no tuvo muchas opciones. El astado se vino a menos demasiado pronto, y la faena quedó marcada por la falta de empuje del animal. Aun así, el salmantino logró sacar algunos muletazos destacados, templados y con sentido, sobre todo en los primeros compases de la faena. La estocada, caída, llegó tras aliviarse en la suerte suprema. Poco pudo hacer ante un toro que se apagó pronto y no rompió nunca hacia adelante. Aun así, dejó constancia de su solvencia ante un ejemplar deslucido. Silencio.
El cuarto de la tarde, con el hierro de Tardieu Frères, encontró en Sánchez Vara a un torero en plenitud. Desde la brega ya dejó claro el veterano diestro que venía a cuajar al toro con pulso firme y cabeza clara. Lo metió al caballo por chicuelinas de mucho empaque, de las que encienden los tendidos por su torería y riesgo. Brindó al ganadero de Cura de Valverde, en un gesto cargado de simbolismo. Un brindis que, más allá del protocolo, desmintió los rumores que se venían escuchando en los mentideros taurinos de que la histórica ganadería pasará de manos. El gesto emocionó al público y dio un tono distinto a la faena.
Con la muleta, Sánchez Vara toreó con suavidad, especialmente al natural. Hubo limpieza, temple y esa cadencia que sólo se logra con los años y el conocimiento. El público lo supo ver, lo valoró y lo premió con aplausos sinceros. Como colofón, un desplante de rodillas, con inspiración espartaquista, puso en pie a parte de la plaza. Remató la obra con una estocada en todo lo alto, rubricando una de las faenas más completas y toreras de la tarde. Qué bien ha toreado Sánchez Vara. Oreja de peso.
El quinto de la tarde, con el hierro de Barcelo, lució una seria presentación, fiel al rigor que exigen las plazas francesas. Un toro con cuajo y presencia, que permitió a Damián Castaño mostrar su concepto con momentos de gran torería. El salmantino supo entenderlo desde el principio y, con la muleta, dejó muletazos de mucha importancia. Hubo pasajes de gran dimensión, con una estructura sólida y temple en las tandas, que dejaron claro que su nombre debe seguir en las agendas de las ferias del sur de Francia. Sin embargo, la espada le negó el triunfo. Falló con los aceros y lo que pudo haber sido una faena premiada quedó en una ovación de reconocimiento. Aun así, Castaño dejó argumentos y pasajes que pesan.
El sexto y último de la corrida, de la ganadería de La Golosina, fue un toro con opciones que permitió a Miguel Andrades firmar un cierre rotundo en el día de su alternativa. Lo recibió con una larga cambiada de rodillas en el tercio, seguida de varias chicuelinas por abajo que levantaron el primer clamor de los tendidos. En banderillas volvió a compartir tercio con Sánchez Vara, en un gesto de complicidad y entrega. El tercer par, espectacular, lo colocó sentado en una silla, provocando una ovación unánime y sincera.
Ya con la muleta, Andrades mostró su mejor versión. Toreó con limpieza, firmeza y gusto por ambos pitones, cambiándose la muleta de mano con naturalidad y ligando tandas de excelente trazo. El jerezano se mostró como un torero cuajado, que pide paso y que, a partir de ahora, habrá que seguir con atención ya como matador de toros. La espada, eso sí, le privó de redondear una faena de oreja —o más—, pero el poso y la torería que dejó en la plaza no se los borra nadie. Gran cierre para una tarde que puede marcar el inicio de un nuevo capítulo en su carrera. Silencio
LA RESEÑA
Plaza de toros de Alès (Francia) || Segunda de la Feria de la Ascensión. Corrida Concurso.
Toros de Cura de Valverde, Yonnet, François André, Tardieu, Michel Barcelo y La Golosina,
- SÁNCHEZ VARA : Vuelta al ruedo y Oreja;
- DAMIÁN CASTAÑO : Silencio y Ovación;
- MIGUEL ANDRADES (tomó la alternativa) : Ovación y Silencio;

