El pasado seis de febrero tenía lugar en la Plaza de Toros de Las Ventas la presentación del cartel de San Isidro 2025. En esta ocasión, no entraré en la disertación de las corridas anunciadas ya que, una vez más, el toro y el aficionado han pasado a segundo plano.
La feria más importante del planeta se ha visto opacada, intencionadamente, por unos cuantos “trepas” que no han desaprovechado la oportunidad de imponer sus negocios y favores frente al deseo común del pueblo. Sí, me refiero al comentado cartel de la “nietísima” Victoria Federica, el cual, carece de cualquier sentido taurino, aunque aquí, como ya he comentado, lo taurino se encuentra relegado a un segundo lugar. Pero esto es recurrente, recuerdo el cartel del año pasado donde Cayetana Rivera tuvo el honor, tras una deliberada y ajustada riña -nótese la ironía- de ser la imágen principal de la feria.
Esto va más allá, no es únicamente esa cuestión; la ausencia de Jarocho, la encerrona de Marco Perez, la subida de los boletos y abonos, las numerosas invitaciones al callejón de influencers y personalidades, el hueco a medida en un festival para la “amiguita” novillera del presidente del Centro de Asuntos Taurinos de Madrid (ya dimitido), la creación de una discoteca en Las Ventas tras la corrida, un mal pensado abono jóven… todo corresponde a un movimiento de la empresa de Madrid que está llevando consigo la cayetanización de la tauromaquia, el acotamiento del público en un determinado segmento social que para nada corresponde al perfil del aficionado taurino, buscando solo el consumo y los números.
El señor Simón Casas, junto al equipo de Marketing, pretenden construir un aficionado joven que no entienda de encastes; dejando a la gran mayoría de ganaderías toristas fuera de San Isidro, que no valore el esfuerzo sobrehumano de aquellos que se buscan el pan de manera honrada; véase el caso de El Cid, pero que paguen los precios desmesurados para la posterior fiesta en los exteriores de la plaza, para ver a un toro manipulado de pitones, para ver a su influencer favorita -que cobra auténticos pastizales por una publicación pero no se digna a subir una asistiendo al festejo- en el callejón, para ver al nuevo torero que abre episodios del programa del corazón o para ver “al matador” que apoderado por la empresa es la nueva imágen de Giorgio Armani, rayita macarra en ceja y copa en mano.
Amiguismos, redes clientelares y habanos falsos.