Ya puede decirse que Damián Castaño es un torero de Bilbao, su trayectoria con la ganadería de Dolores Aguirre en Vista Alegre avala esta afirmación. Siendo así no es extraño que en el Excelentísimo Club Taurino de Bilbao se congregase un gran número de aficionados para asistir al coloquio protagonizado por un diestro que ha dado mucho por el toreo en la villa vizcaína, y que, a su vez, siempre ha recibido la admiración de la afición bilbaína. El coloquio fue presentado por Juan Manuel Delgado, presidente del Club, y moderado por el periodista Íñigo Crespo.
De hecho, el coloquio comenzó con Damián enorgulleciéndose de sentirse torero de Bilbao, un título oficioso del que pocos toreros han podido hacer gala, pues supone entrar en el corazón de una afición exigente, pero al mismo tiempo entregada. El matador comenzó explicando que sus tardes en Bilbao le han abierto muchas puertas en el circuito de las corridas duras y le han acercado mucho al público francés, que suele poblar los tendidos de Vista Alegre.
Sobre su concepto del toreo el diestro aseguró tener una verdadera obsesión con hacer el toreo puro precisamente con aquellas ganaderías en las que esto es más difícil. Desde luego, todo aquel que presenció la tanda de muletazos al enorme Argelón de Dolores Aguirre sabe a lo que se refiere el matador: muletazos mandones, sí, pero también de enorme ajuste, temple y estética.
Hubo también tiempo para que el diestro recordase aquellas temporadas suyas que empezaban el 15 de agosto y terminaban el 8 de septiembre. Temporadas en las que la idea de dejar el toreo pasó en demasiadas ocasiones por su cabeza. El punto de inflexión llegó en una tarde en Cenicientos, un lugar que no dudó en denominar, con profundo respeto, como “la capital del Valle del Terror”. El día anterior a esta corrida protagonizó una tarde aciaga en Cebreros, Ávila, y Damián llegó a Cenicientos pensando que correría la misma suerte. No fue así, la corrida de Cenicientos fue un sonado triunfo y le catapultó hasta ser una de las principales figuras del circuito de las corridas duras, como es hoy.
Continuó el diestro explicando que donde siente verdaderamente su toreo es con las corridas duras, en las que ha podido mostrarse tal y como es. Indicó además que es totalmente consciente y conocedor de que su palo del toreo no es el artista. Sin embargo, trata de no practicar siempre con estos hierros ese toreo defensivo que parece que les es propio, precisamente por entender que una vez dominados esos toros encastados, son los primeros que se entregan y permiten muletazos de bello trazo. Así explicó el diestro que entiende a la ganadería de Dolores Aguirre, una ganadería exigente, de toros fieros y
abantos con el capote, pero también de reses que responden ante la firmeza del matador con embestidas que permiten el lucimiento.
La idea de la gesta de la encerrona con 6 toros de Dolores Aguirre en la Feria del Aficionado de 3 Puyazos surgió en su cabeza. Una gran tarde de toros que quedó empañada por el mal uso de la espada, que ha privado a Damián de tocar pelo en muchas ocasiones. “Nada me gustaría más en la vida que poder matar a los toros” llegó a decir el maestro durante el coloquio. Un problema, el de la espada, que muchas veces tiene tintes más psicológicos que puramente técnicos, como indicó el matador. En cualquier caso, el maestro se mostró muy orgulloso de que los aficionados hayan sabido valorar su gran hoja de servicios, sin fijarse tanto en el resultado meramente numérico de las orejas o las puertas grandes. Acerca de nuevas encerronas, Damián, para gran satisfacción de los asistentes, afirmó no querer abandonar la profesión sin repetir la gesta de San Agustín de Guadalix en Bilbao, cuando se sienta más cómodo con el uso de los aceros.
Tratándose de gestas, resulta imposible no mencionar la tarde de Santander con los morlacos de Miura. Corrida lidiada con una cornada recentísima, de la cual recibió el alta el día antes de torear, cuando apenas se tenía en pie. Durante el coloquio el maestro recordó cómo logró mentalizarse para lidiar la corrida, y sobreponerse a la fiereza de su lote, para arrancar a sus astados muletazos cuajados de épica y estética. A todo esto ayuda su sentido de la lidia, sobre ello afirmó que le gusta torear con pausa, atento a todo lo que realiza el animal, y dejando que se luzca en el caballo.
Recordado por los asistentes su típico gesto de torear de muleta con la montera calada, Damián explicó que suele hacerlo en sus segundos toros, cuando cree que va a protagonizar una gran faena. La montera puesta le hace sentirse más torero y aprecia también la estampa añeja del detalle.
Por último, el maestro afirmó afrontar el futuro con ilusión, considerando que se encuentra bien posicionado para la próxima temporada, en la que desde luego toda la afición bilbaína que se dio cita en el Excelentísimo Club Taurino de Bilbao le esperará como uno de los indiscutibles de las Corridas Generales.

