Por: Paula Portas
Anoche, mientras dormía, soñé ¡bendita ilusión!… que a la camisa oscura de un hombre se le perdía un botón, ¡ay pobre camisa!, pues un pecho cualquiera no custodiaba y, sin que esa fuera su voluntad, lo destapó… Y mientras los vellos de los bellos se entremezclaban, le arrastraban, abrazaban y arropaban – ¡qué olor! de fuego y multitudes en mitad de la noche – él caminaba hacia el encuentro como si del mismísimo Michael Corleone rumbo a los brazos de Apollonia se tratara.
Soñaba yo y soñaba, cuando descubrí que el bullicio no provenía de Palermo si no de Burriana. Entonces, volví a mirar, y encontré a un Corleone de Triana.
Anoche, mientras dormía, soñé ¡bendita ilusión!… que un sombrero Pork pie era guardián de “La Llave” – ¿Qué llave? Te preguntarás – y yo te confesaré que es tan ansiada como la que cuelga de la túnica de San Pedro ¡allá en el cielo! Pero ¿qué abrirá? y, lo más interesante, ¿sobre qué cabeza reposará el Pork pie?
Os contaré un detalle porque esa circunferencia, perfecta, no encaja sobre cualquier cogote y es ¡tan precisa y preciada! como lo son su carga, cuidado y manutención… ¡Tremenda tarea la del guardián! Porque si el Pedro, de Roma, ataba y desataba entre cielo y tierra, el que luce este sombrero también teje y teje… de ruedo en ruedo, de puerta en puerta, revisa y revive los recuerdos de otros guardianes y viste y desviste cuerpos y almas, en ambos casos, sin abrazar jamás la indiferencia.
Lo cierto es que aún no os he revelado su nombre, pero, guardemos silencio, él también duerme… y tan cansado debe estar, tras recorrer un largo camino custodiando el sombrerito, ¡qué de su cabeza lo ha retirado!, y ahora cuelga sobre la rodilla, curiosamente, ¡de otro Pedro! – tampoco es italiano, más bien portugués – Mejor, ¡dejémosle tranquilo! y velemos nosotros su sueño, no vaya a ser que las flores de La Puebla se marchiten para siempre y ¿a ver qué hacemos todos la próxima primavera?
Anoche, mientras dormía, soñé ¡bendita ilusión! que nada era falso y Juan y José me habían acompañado, a medianoche.
P.D: No tengo remedio, al final, ¡el nombre se me ha escapado!
