ANTONIO ¿QUÉ TE HAN HECHO?

Andaba ayer por la mañana por la facultad, camino del aula en el que tenía el último examen de este cuatrimestre, cuando me cruzaba con un profesor de Historia de América que me dio clase hace un par de años. Llevaba tiempo sin verlo, puesto que ha estado estos últimos meses en una universidad extranjera, desconozco cuál. Lo importante de esto es que, cuando lo saludé, me fijé en lo desmejorado que estaba desde la ultima vez que lo vi: con algún kilo de más, más arrugas, incluso su carácter parecía haberse enfriado. Y su pelo estaba empezando a tornarse blanco, pero, en lugar de tener canas repartidas, tenía un único mechón blanco. Y claro, el que es taurino ve un mechón blanco, al día siguiente del bochornoso “homenaje” a Chenel – ¿realmente lo fue? – que prepararon Rafa Garrido y compañía, y se pone de mal humor.

¿Tan difícil habría sido? Tres toreros colocados al azar, sin relación ninguna con el Maestro. Por no ser, no eran ni de Madrid ninguno de los tres. Ni un traje Chenel y Oro, ni un brindis a la familia del torero, ni tan siquiera un “¡Viva Chenel!” al romper el minuto de silencio. Eso sí los vivas a España – o a Ayuso en su momento – que no falten durante los minutos de silencio.

Con lo sencillo que habría sido. Permítanme jugar con el dinero ajeno: Uceda Leal, madrileño de pura cepa, Borja Jiménez, enfundado en su Chenel y Oro y dando una media verónica como las que daba el Maestro, y un tercero, pongan a quien más les guste, yo habia pensado en El Cid.

Quizás es que tengo un concepto distinto de lo que debe ser un homenaje, pero a mí no me entra en la cabeza que, para homenajear a un torero del calibre de Antoñete, lo único que se haga sea colocar su imagen en un cartel. Un cartel en el que ni aparecía fumando el madrileño ¿Ustedes ven eso lógico?

Comentaba Curro Vázquez en uno de los Mano a Mano de la Fundación Cajasol que, una semana en la que se preparaban ambos toreros para irse al campo, apareció Antoñete con un cartón de tabaco debajo del brazo. “Antonio, que allí también hay Marlboro”, le comentó Vázquez, “sí, pero este es patanegra”, sentenció el madrileño.

Pues ni un simple cigarro aparece en el cartel. Un auténtico sin sentido.

A ustedes, que ya saben que, aparte de taurino soy carnavalero – aunque otro Antonio, Martínez Ares en este caso, piense que es imposible -, solo les diré una frase. Escribía Iván Romero sobre los homenajes póstumos lo siguiente: “Vamos a darles cariñito, no guardarse los besitos pa darlos en un tanatorio”.

Pues eso, más alabar a los toreros que están, y menos homenajear a los que ya no. O si se hacen homenajes, que estén al menos a la altura y que no sirvan sólo para llevárselo calentito.

Por cierto, a día de hoy hay un torero que se merece todos los homenajes habidos y por haber. Se llama José Antonio, y es de La Puebla del Río.

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