
No sé si a ustedes también les pasará o si se trata de una manía personal que vengo arrastrando desde hace ya algún tiempo, pero cada vez me cansa más ver cómo determinados aficionados, a la hora de defender la Tauromaquia cuando ésta es atacada, únicamente son capaces de utilizar el ya trillado argumento de que “para Lorca los toros eran la fiesta más culta del mundo” o algunos similares.
Porque sí, Lorca era taurino y estuvo muy ligado a la figura de Ignacio Sánchez Mejías, pero no hace falta “invocar” su nombre cuál espíritu, cada vez que se atacan las corridas de toros, puesto que, para defenderlas, hay argumentos más que de sobra.
Podemos recurrir en primer lugar a una simple cuestión etimológica: cualquier disciplina artística debe estar protegida de todo tipo de ataque, y la Tauromaquia, es arte, porque arte es aquella manifestación de la actividad humana mediante la cual se interpreta lo real o se plasma lo imaginado con recursos plásticos, lingüísticos o sonoros, y ésta es una definición que encaja a la perfección con lo que hace cualquier torero en el ruedo de una plaza.
Un segundo argumento que puede y debe utilizarse es que las corridas de toros, a día de hoy, son una de las mayores expresiones de Libertad que tenemos, no sólo en España, sino en el Mundo, y sino, observen lo que está ocurriendo en México. Gracias a ese boicot del lobby animalista y de la izquierda política a la Tauromaquia, el aficionado que visita una plaza de toros, independientemente de su ideología y su forma de pensar, es más libre que cualquier otra persona, puesto que está yendo en contra de lo que dicta la sociedad.
Y llegamos al que, para mí, es el argumento fundamental que debe utilizarse para defender las corridas de toros, y es que en éstas encontraremos la Verdad absoluta – en mayúsculas. Verán, en un mundo en el que imperan el postureo y el bienquedismo, el aficionado que va a una plaza tiene la total certeza de que el espectáculo que va a presenciar es el más auténtico que existe: no hay actuaciones, ni trampas o montajes, simplemente estará presenciando el enfrentamiento clásico y maniqueo entre lo real y lo aparente. Y claro está, también entre la Vida y la Muerte, la misma muerte que es casi un tabú en esa sociedad que están queriendo imponernos.
Y por supuesto, a partir de este enfrentamiento o choque entre la Vida y la Muerte, la Tauromaquia ensalza el Heroísmo porque ¿cómo no va a ser un héroe aquel que se juega la vida voluntariamente y que, al abandonar su hotel, no sabe si regresará?
Y no se confunda, lógicamente podemos recurrir a Lorca, o a Picasso, Hemingway y tantos otros cuándo nos digan que todos los taurinos son unos bárbaros, asesinos y analfabetos, puesto que – creo – nadie puede describir a García Lorca como un bárbaro o un analfabeto, ni tan siquiera como un rancio y un casposo, pero créanme: hay muchos más argumentos para defender las corridas de toros
