Por Sergio Hueso 
Tuvo que venir Álvaro Núñez a debutar en la Feria del Toro de Pamplona para alzarse como portavoz del toro bravo en un espacio que vive de él… pero no habla de él. Fue en el especial matinal de RTVE, ese que acompaña los encierros, donde el ganadero aprovechó el escaso espacio que le concedieron para decir lo que pocos se atreven: que no se puede construir un programa alrededor del toro y, al mismo tiempo, silenciar su verdad.
Con inteligencia, firmeza y convicción, Núñez esquivó los tópicos manidos —los de “venir con ilusión” y “traer lo mejor de casa”— para hablar del toro con mayúsculas: de su crianza, de su sentido, de lo que ocurre cada tarde en la plaza. No se dejó interrumpir por los presentadores, que intentaron llevar la conversación hacia el lugar común. Él tenía claro lo que venía a decir. Y lo dijo.
Denunció con claridad que RTVE, pese a aprovechar el tirón de los encierros, no retransmite los festejos ni informa en sus telediarios de lo que ocurre cada tarde. Pero fue más allá: criticó con dureza la retransmisión de EITB, en la que se llegó a calificar de “asesinato” lo que ocurre por la tarde con los toros que corren por la mañana. Una acusación intolerable en una televisión pública que, además, se beneficia del espectáculo para llenar horas de programación.
Álvaro Núñez, que ha mamado el toro desde niño —como él mismo dice, representa a esa generación que no se esconde ni busca quedar bien. Habla claro, defiende con argumentos y pone corazón. Gracias a voces como la suya, ese residual hueco que RTVE concede una vez al año al mundo del toro no se convierte en un susurro hueco.