Saint-Martin de Crau vivió una jornada taurina para el recuerdo, marcada por el desafío ganadero y la honestidad torera desde la mañana hasta la tarde. Arènes Louis-Thiers volvió a demostrar por qué la plaza francesa es referencia cuando el toreo se escribe con verdad.
En la matinal, los erales de Héritiers de François André permitieron ver una novillada llena de matices y entrega. Isaac Galvin abrió el día cortando una oreja al primero de su lote y dejando una actuación de raza ante su segundo, al que saludó tras aviso. Una faena variada, firme y con personalidad que reafirmó su nombre ante una afición siempre exigente.
Clovis Germain, por su parte, firmó una mañana muy completa: saludó una ovación primero y paseó una oreja después, rubricando actitud, buen concepto y capacidad de conexión con los tendidos. Su labor fue tan celebrada que el ganadero dio la vuelta al ruedo por el conjunto de la novillada. Media plaza registró una entrada más que digna para abrir la Feria de la Crau, certificando el interés por la cantera francesa.
La tarde coronó el día con la corrida de Escolar, donde Alberto Lamelas fue el gran triunfador. El jiennense se impuso a un primer toro exigente al que desgranó con técnica y valor, quedándose a las puertas del premio por un pinchazo previo a la estocada. Con el segundo, un animal complicado y de poder, volvió a mostrar su oficio y su decisión: una faena de enorme mérito que remató con la espada para desorejarlo y abrir la puerta grande, reivindicando su sitio en este tipo de ganaderías.
Maxime Solera también dejó una tarde de nota alta. Al natural construyó los mejores muletazos de su faena premiada con una oreja, aprovechando el buen pitón izquierdo de su Escolar. La espada le negó trofeo en el quinto, pero quedó clara su dimensión y su comunión con una plaza que lo siente como propio.
Cristóbal Reyes vivió la cara más dura de la corrida: dos toros ásperos, secos y nada colaboradores impidieron cualquier lucimiento. El silencio fue inevitable, pero quedó el respeto por su actitud ante dos animales sin opciones.
Saint-Martin de Crau despidió así un día completo, rotundo y lleno de verdad: cantera por la mañana, bravura y compromiso por la tarde. Una jornada que une nombres, hierros, orejas y silencios para formar memoria taurina en Francia.











