El Hotel Avenida de Zaragoza registró un lleno absoluto en el esperado mano a mano entre los diestros Miguel Baéz «Litri» y Raúl Gracia «El Tato». No cabía un alfiler en el recinto, que se vio abarrotado por una entusiasta afición deseosa de escuchar a los protagonistas. En la primera fila de la sala, se podían reconocer este miércoles los rostros de concejales y diputados provinciales de Zaragoza, tanto de Vox –Armando Martínez, Eva Torres–, como de PP –Ramón Celma, Ruth Bravo y Carlos Gimeno– e incluso del PSOE –Eva Cerdán y Alfonso Gómez–. El evento, moderado por la periodista taurina Isabel Sauco, comenzó con un repaso a los inicios de ambos toreros en el mundo del toro.
Durante el coloquio, «El Tato» confesó que en su viaje de regreso a Zaragoza sintió una profunda nostalgia por la ciudad que lo vio crecer antes de trasladarse a Sevilla, donde reside actualmente. Por su parte, «Litri» evocó sus primeros años en la profesión, recordando los largos y calurosos viajes en coche sin aire acondicionado, una experiencia anecdótica que marcó sus comienzos en la tauromaquia.
Miguel Báez destacó la influencia del maestro Paco Camino, su primer apoderado, con quien vivió una etapa inolvidable que dejó una huella indeleble en su carrera. En paralelo, Raúl Gracia rememoró a Raúl Zorita, una figura clave en sus inicios profesionales.
Sauco indagó en la relación de amistad y compañerismo entre ambos toreros, que se remonta a la infancia. «El Tato» recordó cómo con tan solo 10 años conoció a Miguel en una finca, punto de partida de una relación que se fortalecía con el tiempo. «Litri» destacó la importancia de rodearse de la gente adecuada y aprender de cada experiencia, mientras que Raúl subrayó la necesidad de humildad y escucha en una profesión en constante evolución.
En un gesto de modestia, Miguel Báez afirmó no considerarse una gran figura del toreo, mientras que «El Tato» revivió momentos cumbre de su carrera, como su histórica salida por la Puerta del Príncipe de Sevilla, un logro que tardó 42 años en repetirse para un torero no andaluz.
El evento también abordó la dureza de las temporadas taurinas, con jornadas maratónicas que dejaban escaso margen para el descanso. «El Tato» recordó un intenso mes de agosto en el que toreó 28 corridas, reflejo del frenesí que vivían en la época. Sobre su relación con la ganadería de Victorino Martín, «El Tato» reconoció que fue clave en su carrera, permitiéndole abrirse paso en las ferias y cosechar grandes triunfos. Por su parte, «Litri» habló sobre su faceta ganadera, admitiendo que lo suyo es disfrutar de la finca, porque ser un buen ganadero es muy difícil.
En cuanto a su actual etapa como apoderado, «El Tato» manifestó la satisfacción de transmitir su legado a las nuevas generaciones, aunque reconoció la dificultad emocional de ver a sus toreros jugarse la vida en cada tarde. Miguel Báez, en cambio, admitió que nunca tuvo la vocación ni la psicología para ejercer de apoderado.
El coloquio concluyó con emotivas reflexiones sobre sus carreras. «El Litri» reveló que una de sus mayores alegrías fue ver la reacción de su madre al anunciar su retirada. «El Tato», por su parte, rememoró su doctorado en Zaragoza y su triunfo en la Maestranza como momentos clave en su trayectoria.
En el turno de preguntas, el tema de la gestión de la plaza de toros de Zaragoza salió a relucir. «El Tato» confesó que le encantaría asumir ese reto como una forma de cerrar su vínculo con la ciudad, aunque lamentó las dificultades administrativas que desmotivan a muchos empresarios.
Con este emotivo encuentro organizado por la Escuela Taurina Mar de Nubes en su décimo aniversario, Zaragoza volvió a demostrar su pasión por la tauromaquia, reuniendo a dos grandes figuras del toreo en un acto que quedó grabado en la memoria de todos los asistentes.