Es 9 de julio, y como cada año el mundo del toro recuerda con emoción a Víctor Barrio, el joven matador segoviano que perdió la vida en la plaza de Teruel en 2016. Nueve años después, su figura sigue muy presente como ejemplo de entrega, pureza y pasión por la tauromaquia.
Barrio, nacido en Grajera y criado en Sepúlveda, comenzó su formación en la Escuela Taurina de El Espinar. Desde sus primeras actuaciones, destacó por su seriedad y compromiso, cualidades que le llevaron a debutar en Las Ventas como novillero en 2010, dejando una gran impresión. Tomó la alternativa en 2012 en Madrid, con El Fundi como padrino y Juan del Álamo de testigo.
Su carrera, aunque breve, dejó faenas de mérito y una profunda huella en la afición. Fue en Teruel, el 9 de julio de 2016, donde alcanzó la inmortalidad taurina. Hoy su legado perdura también a través de la Fundación Víctor Barrio, desde donde se promueve su lema: “La tauromaquia no se defiende, se enseña”.

