La noche del 24 de noviembre será recordada como un momento crucial en la carrera del matador Borja Jiménez, quien confirmó su alternativa con una actuación sólida y cargada de profundidad en la Monumental Plaza México. Aunque la espada le impidió abrir la Puerta del Encierro, el diestro dejó dos faenas que resonaron entre los aficionados por su hondura, cadencia y poder.
Borja comenzó la noche recibiendo al primero, Triunfador de nombre, con verónicas de gran temple, ganando terreno y llevando al toro con elegancia. Tras recibir los trastos en la ceremonia, brindó al tendido y desplegó un prólogo de muleta marcado por una trinchera poderosa y cambios de mano toreros. Por la derecha, ofreció series asentadas, culminadas con largos pases de pecho, y al natural dejó muletazos de mano baja que arrancaron el reconocimiento del público. En la parte final, destacó con circulares invertidos y luquecinas ajustadas, pero la falta de acierto con la espada le privó de las orejas.
Con el segundo de su lote, Borja volvió a brillar con verónicas a pies juntos y chicuelinas rematadas con una revolera. El astado, manso y complicado para la lidia, no facilitó la labor. Tras brindarlo a Juan Pablo Corona, Jiménez mostró su capacidad de mando en una faena intensa y exigente, culminada con una media estocada al recibir, lo que le valió una vuelta al ruedo.
Sergio Flores destacó con su firmeza ante el segundo de la noche, un toro que se quedó corto, dejando una media estocada efectiva. En el cuarto, mostró su mejor versión frente a un astado con fondo de bravura, logrando una faena sólida y cortando una oreja.
Por su parte, Miguel Aguilar enfrentó dificultades con el tercero, un toro apagado que no permitió el lucimiento. Sin embargo, en el sexto, el joven demostró entrega y consiguió una faena meritoria, aunque sin redondear el triunfo.