QUOSQUE TANDEM ABUTERE PATIENTIA NOSTRA?

Quosque tandem abutere, patientia nostra?

Quam diu etiam furor iste tuus nos eludet?

Quem ad finem sese effrenata iactabit audacia?

¿Hasta cuándo abusarás – Catilina – de nuestra paciencia?
¿Hasta cuándo esta locura tuya seguirá riéndose de nosotros?
¿Cuándo acabará esta desenfrenada osadía tuya?

Con estas tres preguntas comenzaban, como seguramente muchos lectores hayan reconocido, las archiconocidas Catilinarias de Cicerón, una feroz crítica a la corrupción del senador Lucio Sergio Catilina; y son estas mismas preguntas las que, desde este humilde portal taurino, me gustaría lanzarle a Ernest Urtasun, ese inculto que tenemos actualmente por ministro de Cultura.

Paradójico, cuánto menos, que ese mismo ministro considere irrelevante la Tauromaquia. Quizás, y sólo quizás, el irrelevante sea él. Como igual de paradójico es que otros ministros, antaño aficionados taurinos, ahora sean las voces críticas. Hay que ver lo que hacen un sillón y un sueldo, sobre todo un sueldo.

Como seguramente ya hayan comprobado, no va a ser esta una columna en la que me vaya a morder demasiado la lengua, porque, al igual que a Cicerón allá por el siglo primero antes de Cristo, nuestra paciencia se ha agotado. Se ha abusado demasiada de ella, y llega un momento en el que hay que plantarse.

Porque no me podrán negar que el taurino lleva años poniendo la otra mejilla ante los ataques continuos de nuestra clase política hacia la más internacional de las fiestas españolas. Y no, no se crean que este artículo es una crítica hacia unas determinadas siglas, ni mucho menos. A lo largo de los años he podido comprobar como la tauromaquia es atacada por unos y otros, independientemente de partidos, colores, ideas… Al final eso es lo de menos. Tanto la han atacado los de un lado de la bancada del Congreso como los de la otra. Unos, anclados un pseudo animalismo que no tiene ni pies ni cabeza; otros, anclados al buenismo y a esa corriente del bienquedismo que nos rodea – lo peor que hay –, queriendo contentar a todo el mundo y no haciendo sino enfadar a ambos tomando decisiones absurdas – sí, Feijóo, esto va por ti y tus medidas antitaurinas en Galicia.

El político – venga de donde venga – lleva años riéndose del taurino, caricaturizándolo (aún a estas alturas) y creyéndose sus propias mentiras. Lo digo en serio, aún hay políticos que piensan que a los toros sólo van los jubilados, los “fachas” y los cayetanos.

Claro que, a erradicar ese mito tampoco ayudan los vídeos promocionales de alguna que otra plaza – sí, señor Garrido, esto ahora no es culpa del político antitaurino, sino suya y de marketing.

Pero, para hablar del enemigo que tenemos dentro del “taurineo” – como lo llaman ahora – sí que se me queda escasa una columna semanal. Hoy la intención era recordar al corrupto y despótico Urtasun.

¡Perdón! Quería decir Catilina. El subconsciente, que me habrá traicionado.

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