Por Redacción Esta la canto en gaditano, esta la canto en andaluz, que escribió Juan Carlos Aragón en 2012 para la comparsa “la Sereníssima”. Pues eso, este artículo lo escribo en andaluz, los latinajos se han acabado – por el momento.
Que hoy no es un día cualquiera, estamos en los días grandes de mi ciudad.
Y es que, ahora que se va acercando uno de esos tres Jueves que relucen más que el sol – el día de Granada, como lo llama un amigo –, aprovecho para contarles que esta semana me leerán por partida cuádruple, esto es: además de mi columna semanal, podrán leer las crónicas de los tres festejos a pie que se darán de jueves a sábado en el Coso de la Avenida del Doctor Olóriz.
Pero esperen que, como siempre, me voy por las ramas. Hoy mi intención no era hablarles de Granada – que de eso se van a hartar esta semana – sino de Joaquín Vidal. Este cambio de tema no se lo han visto venir ¿eh?
Leía una crónica del año 98 que llevaba por título “¡Qué viene El Juli!”, acerca de una faena del madrileño en Colmenar que tuvo que ser de las de cante grande, y en la citada crónica, Vidal no tenía problema ninguno en tildar a los compañeros de cartel del madrileño de pegapases para arriba.
Ahora eso no se estila. Ahora tenemos a comentaristas que a pegar mantazos sin ton ni son lo llaman “estar muy predispuesto”, a pasarse de faena lo denominan como “dominar al toro” y, mi favorita sin duda, a dejarse a un toro vivo, le restan importancia porque ¿qué importancia puede tener escuchar los tres avisos en la primera plaza del mundo? Si total, está visto que tres avisos en Madrid, es sinónimo de tener cuatro tardes al año siguiente.
Pero que no, que pienso en el reparto de tardes la empresa de Madrid, me llevan los demonios y me vuelvo a ir por las ramas.
Los periodistas que tenemos ahora son esos que llaman “astigordos” a toros que están más afeitados que como lo estaré yo el Jueves de Corpus por la mañana antes de acompañar al Santísimo Sacramento por las calles de mi ciudad.
Son los mismos que a una corrida formada por seis babosas con pitones – y qué pitones… – la describen como “desigual”, o que, a un bajonazo de esos infernales, de los que duelen a la vista, lo llaman estoconazo – no puedo ni leer esa palabra sin imaginarme la voz de Emilio Muñoz. “¡Ehtá jin puntilla por Dio!”. Maestro, vuelva a los micrófonos.
No, está claro que la crítica de la época de Joaquín Vidal se ha esfumado. Ahora, como mucho, leerán a algún que otro heredero de un apellido ilustre, intentar hacerse el chistoso por Twitter – en la vida lo llamaré X – comentando que es “el destino” que un torero reciba una cornada. Hasta eso estamos llegando.
Por no hablar de los supuestos medios independientes que, está claro, que ven unas corridas de toros distintas a las que ve el resto del mundo, porque uno ve sus crónicas, y más parecen provenir de un universo paralelo en el que todos los toros embisten, los toreros están siempre bien y los aficionados críticos no han entendido nada. ¿Habrá frase que me dé más coraje?
No, fulanito ha estado muy bien, pero la gente no lo ha entendido.
Y un carajo, fulanito ha estado mal, y eso lo ha entendido hasta el niño de los garbanzos de Paco Gandía.
En fin, que me enervo.
Qué bonita es la palabra independencia, y con lo de moda que está, que llevamos 10 años escuchándola en bucle, aquí nadie se aplica el cuento. Qué pena.
Pero bueno, lo dicho.
Les dejo, que me acaba de llegar un sobre que me ha enviado el torero fulanito, a ver si abriéndolo y quedándome con lo que hay dentro, empiezo a saber de toros y a decir lo bien que está cada tarde y lo poco que lo está entendiendo la gente.