Roca Rey, un gesto de torería fuera del ruedo

Aunque el suceso que alteró la tarde de Roca Rey en su plaza de Lima, el pasado domingo, apenas ha tenido eco esta semana, me gustaría comentar este imprevisto que trastocó el cierre de la Feria del Señor de los Milagros en Acho. El torero peruano se vio sorprendido justo cuando estaba a punto de dar muerte a su toro, por un espontáneo, figura que antaño se veía con mayor frecuencia que en la actualidad. El salto de Juan Palacios “El Pantera” dejó atónitos a todos los presentes, incluido el propio diestro limeño.

Como mencioné anteriormente, la figura del espontáneo se da cuando un espectador, generalmente desde los tendidos, se lanza al ruedo durante la celebración del festejo. Este acto suele ser protagonizado por «maletillas» o toreros que, al encontrarse en una situación complicada y sin oportunidades, buscan llamar la atención con el objetivo de que su nombre resuene de nuevo, esperando que se les dé más relevancia.

En esta ocasión, el asalto fue realizado por Juan Palacios “El Pantera”, un novillero ecuatoriano que, en el cuarto toro (el mejor del envío de Cuvillo de esa tarde), saltó al ruedo vestido con un traje de color camel para brindar unos muletazos al toro que acabaría llevándose el premio de la feria.

Lo que realmente quiero destacar en esta columna, sin embargo, no es el acto en sí, sino la delicadeza con la que se retiró al espontáneo del ruedo. En ocasiones, las autoridades del festejo son severas y no suelen tratar con tanto tacto a quienes irrumpen en el ruedo. Pero esta vez fue diferente. Fue el propio Andrés Roca Rey quien, sin dudarlo, abrazó al novillero y, acompañado de sus subalternos, se encargó de retirarlo del albero. Mientras lo sacaba de allí, Roca Rey no dejó de hablarle, consciente de que el acto de «El Pantera» no era más que una reivindicación.

Este gesto de comprensión y humanidad no solo desarma cualquier crítica, sino que pone de relieve la verdadera dimensión de un torero que, más allá de su destreza en el ruedo, sabe qué es ser persona y compañero. Un ejemplo a seguir que, seguramente, trascenderá más allá de la propia plaza.

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