Maestro también de solidaridad

Maestro también de solidaridad

Por: Antonio Cepedello

Enrique Ponce no sólo es un maestro de la Tauromaquia, sino también de la solidaridad. Pruebas ha dado ya más que suficientes de ello a lo largo de su dilatada trayectoria como figura del toreo, pero en especial lo está haciendo ahora con los numerosos espectáculos benéficos que lidiará para ayudar a sus paisanos valencianos damnificados por la DANA del pasado 29 de octubre de 2024.

Los caprichos del destino harán que el próximo 2 de marzo este torero de época se despida de la plaza de su tierra de adopción, Jaén, con un festejo para ayudar a los vecinos de su ciudad natal, Chivas. Un final de carrera profesional muy significativo de los valores humanos que siempre han distinguido a este diestro, líder del escalafón de matadores durante un buen número de temporadas.

Esta coincidencia no es sólo una casualidad, sino que también muestra la predisposición y voluntad que Enrique Ponce ha tenido en todo momento de ayudar a los más necesitados, desde que empezó a organizar festivales taurinos para recaudar fondos destinados a asociaciones de enfermos, como los de cáncer. Los jiennenses son los más beneficiados de ello, pero también lo han sido granadinos, cordobeses y del resto de Andalucía y España.

Jaén, que le acogió desde muy pequeño, cuando aún no tenía ni un traje de luces, le puso su nombre a una de sus calles para agradecerle su esfuerzo durante muchos años, hasta que consiguió reunir el dinero suficiente para construir un albergue que diera cobijo a los familiares de pacientes, sin medios económicos, que necesitan tratamientos médicos con largos períodos de hospitalización.

No podía fallar ahora el ‘xiquet’ de Chivas, cuando la tierra que le vio nacer está tan necesitada de apoyos para salir a flote, tras otro tremendo desastre ocasionado por las malditas tormentas del diabólico efecto de la ‘gota fría’, que tanto han castigado ya a lo largo de la historia a la costa levantina. 

Ponce no sólo ha ayudado a los demás, sino también a sus compañeros y al toreo en general, sobre todo cuando durante la pandemia del covid se echó para adelante a torear casi sin recompensa económica, por el obligado aforo reducido impuesto en las plazas de toros, mientras que otros se negaron a ello.

Un ejemplo profesional, social y personal que dignifican al maestro valenciano-jiennense y a toda la Tauromaquia. Enhorabuena y muchísimas gracias, Enrique, por demostrar que ser figura del toreo no es sólo cortar orejas y rabos.