Por Medinaceli, por la libertad, por el toro Jubilo

¿Si el día de mañana la sentencia de un tribunal superior al de Soria da la razón al pueblo de Medinaceli; quien defenderá ahora los intereses de sus habitantes?

La Asociación Taurina Celtiberia de Soria, nos ha hecho llegar el siguiente comunicado en el que manifiestan su apoyo y solidaridad al pueblo de Medinaceli tras la prohibición del toro de Jubilo. A continuación remitimos de forma íntegra dicho comunicado:

Nuestra asociación taurina CELTIBERIA quiere venir a manifestar su absoluta solidaridad y apoyo al pueblo de Medinaceli y a todos sus habitantes tras la decisión, arbitraria y prohibicionista, tomada por un juez del juzgado de lo contencioso administrativo de Soria, en contra de la tradicional celebración del rito milenario del toro “jubilo”.

Dicho auto cautelar, conculca la libertad de un pueblo, y manifiesta una absoluta parcialidad por parte de quien lo dicta: igual que pretende atender la presunta “protección de la integridad física, el bienestar y la vida del animal”, hubiera podido atender el incuestionable beneficio social, económico, tradicional y festivo de su celebración. Amén de otras circunstancias históricas y antropológicas, todas ellas incuestionables. Y ambas circunstancias: la defendida por el partido extraparlamentario animalista que sostiene el  inicio de la causa, o la defendida por el pueblo de Medinaceli y la Junta de Castilla y León, hubieran debido ser tenidas en cuenta, para que el juez animalista del juzgado de Soria se hubiera inhibido, y hubiera permitido que el festejo se celebre hasta que la cuestión de fondo, se sustente en tribunal superior de justicia de Castilla y León.

Pero no lo ha hecho: Ha tomado parte demostrando una evidente parcialidad, alejada de la exigible neutralidad que debe poseer la administración jurídica, así como de velar por no provocar alarma social (cosa que el juez, a tenor de lo visto por la prensa, ya ha causado con su errático auto). Y ello es ya irreparable.

¿Si el día de mañana la sentencia de un tribunal superior al de Soria da la razón al pueblo de Medinaceli;  quien defenderá ahora los intereses de sus habitantes? ¿Quién reparará el daño causado? ¿Las pérdidas económicas de los establecimientos del pueblo? ¿La ilusión perdida? ¿La confianza en la justicia? ¿Cómo se recobrará la libertad?

Otra derivada de esta cuestión, es poner en evidencia, que como ciudadanos nos encontramos al albur de las decisiones arbitrarias  y parciales del  juez animalista de turno. ¿Quién nos dice que en el futuro no sean las fiestas de San Juan las damnificadas por una decisión de nuevo errática de este juez?

Y por último: no es menos cierto que toros de fuego se celebran por toda España: principalmente en Cataluña, Comunidad Valenciana y Aragón, y no es menos cierto, que todos los esfuerzos del partido político extraparlamentario animalista, se han centrado en prohibir el de Soria, el de Medinaceli. Y todo ello tiene mucho que ver con el ataque fácil a un pueblo de escasa población y envejecido, circunstancia ambas de la España vacía en la que nos encontramos. El animalismo urbanita ha puesto su diana en nosotros.

Defendámonos: ¡Por la libertad! ¡Por Medinaceli! ¡Por Soria! ¡Viva el toro Jubilo!

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