La jornada de ayer tuvo un toque especial al descubrir algo diferente. A las 12 del mediodía, emprendimos camino hacia Ablitas (Navarra) para adentrarnos en “La Estanca”, la finca principal de la ganadería Arriazu. Esta vacada de puro encaste navarro también cuenta con dos emplazamientos más: “Prado de la Muerta” y “Barillas”, ambos en el mismo municipio navarro.
Lo que distingue a esta ganadería es su compromiso por mantener el puro encaste navarro. Desde 1996, no se han incorporado hembras externas, aunque, en momentos puntuales, se han intercambiado sementales con otros ganaderos del mismo encaste.
Al bajar del coche, el aroma a tentadero impregnaba cada rincón de la finca. En el ruedo, la terna compuesta por Miguel Tendero, Imanol Sánchez y Miguel de Pablo se preparaba para tentar a doce machos apartados en el corral. Para cualquier aficionado, estos animales podrían parecer erales llegando a utreros por sus hechuras. Sin embargo, como explicó el ganadero José Arriazu: “Todos son añojos, alguno tiene un año y seis meses, pero todos rondan esa antigüedad. En esta casa es imposible tentar con más edad; sería un verdadero peligro por las características del encaste”.
Hacia las tres y media de la tarde, Miguel Tendero dio la señal: “Ganadero, cuando usted quiera”. Comenzó así una de las muchas tareas que enriquecen el campo bravo y alimentan el alma durante los meses de sequía fuera de temporada. Se lidiaron doce animales que, en más de una ocasión, hicieron que los presentes se levantaran de sus asientos ante los intentos de saltar el muro.
Tentar en Arriazu tiene peculiaridades. La primera, una vez que la res sale del chiquero, todos los profesionales en el ruedo deben tocarla con los capotes desde las troneras de los burladeros. Esto ayuda a evitar que los animales salten el muro y causen estragos. La segunda, los tentaderos se realizan sin la presencia del caballo. Por las características de este encaste, el choque con el jaco podría resultar en fracturas de pitones, cuello o incluso causar la muerte de las reses debido a su gran brío. Además, al estar destinadas las reses a los festejos populares, perder los pitones (como sucedía cuando se tentaba con caballo) las inutilizaría para estos festejos.
En Arriazu, los tentaderos también tienen un enfoque distinto: se busca la emoción, ya que la mayoría de los animales está destinada a festejos populares. Esto hace que el ganadero evalúe otras características que no son habituales en tentaderos de otras ganaderías.
Los tres toreros demostraron un gran nivel enfrentándose con maestría a sus oponentes, superando las dificultades que presentaban. Para lidiar con estos animales, es necesario conocer bien la casa y entender sus embestidas para ordenarlas y lograr varias tandas. Destacó especialmente el castaño que salió en séptimo lugar, lidiado por Imanol Sánchez, quien logró extraerle una faena notable. El torero zaragozano, fiel conocedor del encaste, consiguió ligar dos tandas finales, algo poco común debido a que los muletazos suelen ser aislados con este tipo de animales.
La tarde culminó con el clásico encuentro post-tentadero junto a la chimenea. Entre impresiones sobre lo sucedido en el albero y conversaciones sobre toros y campo, se cerró una jornada más en la ganadería Arriazu.