¡’Ándale y váyanse al cuerno!

¡'Ándale y váyanse al cuerno!

La hipocresía se está imponiendo cada vez más en esta sociedad actual basada en el fariseísmo, el ‘buenismo’ y la apariencia. La muerte, la crueldad o la violencia no son el problema, sino sólo que puedan verse. Vamos, una censura simulada y sibilina.

Prueba de ello es que a los antitaurinos, a sus magnates mecenas financieros y a sus gobernantes acólitos, que dicen defender a ultranza al toro bravo, les da igual, o mejor dicho, prefieren, que estos animales sean asesinados encerrados en un chiquero y sin poder defenderse, en lugar de darles la oportunidad de luchar por su vida en el ruedo. Vamos, como ocurre en los mataderos. Esto es lo que acaba de aprobarse en México.

Lo principal es que la sangre de estas reses no aparezca delante de nuestros ojos, que no la podamos ver, como si entonces su sacrificio y muerte dejara de serlo, y estos seres vivos no fallecieran jamás, cuando cada minuto lo hacen millones y millones en todo el mundo, encarcelados y amortajados a traición en las fábricas cárnicas. La misma política de los grandes dictadores contemporáneos.

Otra singularidad de nuestro tiempo es meterse en las tradiciones, valores, aficiones o creencias de los demás, sin respeto ninguno a los miles de años o millones de seguidores que puedan tener cada una de ellas. Los gobernantes mexicanos han legislado en nombre de los aficionados taurinos, pero en contra de ellos. Porque, digo yo, si no les gustan o no están de acuerdo con lo que ocurre en las plazas de toros, pues que no entren, y problema resuelto.

Nadie está obligado a ir a una corrida, ni nosotros vamos a ver otros espectáculos que nos parezcan bochornosos o no nos gusten, pero por ello no pedimos que cambien sus ritos o los prohíban, ni mucho menos. Será la diferencia entre nuestros sentimientos y sus intereses económicos, de poder o control de la población. Dejen ya de una vez de gobernar e imponer normas sobre preferencias personales o íntimas. Háganlo de una vez por todas sobre los problemas sociales, que para eso son elegidos los gobernantes en un sistema que pretende ser democrático.

Y en México tienen tarea en ese sentido, para no entretenerse en imponer medidas dictatoriales contra la Tauromaquia. O no será que lo hacen para desviar la atención por su impotencia para enfrentarse a las mafias que tienen sumida en la mayor pobreza a la mayoría de la población de este bellísimo y taurino país. Es una nueva ‘cortina de humo’ de los bufones traidores de los políticos, que comen en los pesebres de los grandes grupos financieros multinacionales, para entretener a sus votantes.

Estos maléficos intereses, disfrazados de ‘animalistas’, no paran de intentar cargarse los toros en nuestro país hermano, con todo tipo de tropelías para prohibir los festejos en el coso con más aforo del mundo. Una plaza monumental que dicen que puede derrumbarse cuando alberga festejos taurinos, pero no pasa lo mismo con espectáculos de otro tipo y el mismo número de espectadores. 

Nunca ha sido más necesario que ahora la ‘muletilla’ de los mejicanos para mandar al carajo a tanto farsante. ¡Ándale y váyanse al cuerno!