El Maltrato a las Escuelas Taurinas

El Maltrato a las Escuelas Taurinas

Por: Antonio Cepedello

El nivel técnico general de los toreros, novilleros y becerristas es ahora el más alto de las últimas décadas, y me atrevería a decir, sin mucho miedo a equivocarme, de la historia de la Tauromaquia. Y el motivo de ello está claro que es la gran labor formativa llevada a cabo desde hace años por las Escuelas Taurinas, tan importante e imprescindible para el toreo, como son maltratadas por muchos.

Hace poco era impensable ver a chicos de 14 ó 15 años con la calidad, recursos y estilo que torean ahora la mayoría de alumnos de estos centros de enseñanza, aunque casi todos ellos sufren el olvido y la discriminación de gran parte de nuestros gobernantes y de instituciones públicas y privadas de España, pero también padecen este injusto trato desde un sector de los profesionales taurinos, a pesar de que casi todos ellos se benefician del imprescindible trabajo de estas entidades altruistas.

Los certámenes de novilladas sin picadores y becerradas de la Asociación de Escuelas Taurinas Andaluzas ‘Pedro Romero’, con la colaboración de la Junta de Andalucía, que el próximo viernes 4 de abril presentan un año más, y ya van nada menos que 31, son dignos del mayor de los elogios y suponen la demostración más palpable de la colaboración de nuestros gobernantes con el futuro del toreo. Y en este caso también cuenta con la ayuda de un medio de información, Canal Sur, que televisa en directo todos estos festejos, nada menos que un total de 19 durante el año pasado. Una excelente oportunidad para muchísimos aspirantes a ser toreros. La pena es que esta iniciativa sea un ‘mirlo blanco’ en nuestro panorama actual.

No se entiende que la mayor parte de nuestra Administración Pública no se preocupe de unas asociaciones que permiten la formación taurina, social y educativa de miles de jóvenes y adolescentes, que también facilitan que se mantenga una tradición, un rito y un espectáculo milenarios, como son los festejos taurinos, donde además acuden cada año millones de espectadores. Un olvido y una marginación impensables con cualquier emblema de otros países.

No es admisible tampoco que los profesionales del mundo del toro no dediquen ni un duro en la formación de los diestros y subalternos, que en un futuro muy próximo permitirán mantener el arte del que viven y consiguen beneficios multimillonarios. Es injusto e ilógico que no destinen ni un porcentaje mínimo de sus grandes ganancias a financiar las aulas de donde salen los toreros que luego apoderarán o contratarán para sus plazas, o serán sus compañeros de cartel. 

¿Qué sería de los apoderados, empresarios o matadores actuales sin los alumnos de las Escuelas Taurinas? Y, a pesar de ello, pocos son los que se preocupan o dedican a ellos una parte de su tiempo y de la riqueza ganada gracias a la Tauromaquia. Por desgracia, hasta hay algunos que les ponen todos los obstáculos posibles para que estos críos no puedan abrirse camino en los ruedos. Inadmisible. Y no doy nombres porque todos sabemos quiénes son, ni tampoco para no manchar este humilde artículo de opinión, ni darles más publicidad inmerecida. 

Los que cobren a un novillero por torear, tendrían que ser condenados con una orden de alejamiento de miles de kilómetros de los cosos taurinos durante toda su vida, además de unos añitos de cárcel, tras devolver hasta el último céntimo de estos atracos. Las Escuelas Taurinas defienden y protegen a sus futuros toreros de estos delincuentes. Gracias por ello a todos sus profesores y directivos, y también por permitirnos disfrutar a los aficionados de un toreo del bueno y con futuro. 

¡Va por vosotros!