En la tarde del 5 de julio, con amenaza de lluvia sobre el coso taurino, la corrida inició con la salida de «Artesano», un toro de 451 kilos, cárdeno, de la ganadería de Saltillo. Desde su aparición en la arena, el astado mostró su fiereza, poniendo a prueba a los lidiadores desde el primer momento. El tercio de varas fue una muestra del carácter del toro, cuando Israel de Pedro, a caballo, le picó con firmeza. Sin embargo, «Artesano» respondió con fuerza, haciendo evidente su bravura y complicando el trabajo de los subalternos. En el tercio de banderillas, el toro se mostró aún más difícil, dando varios sustos a la cuadrilla de Sánchez Vara, que tuvo que demostrar sus habilidades y rapidez para evitar percances, saltando al callejón en más de una ocasión.
La cuadrilla, mostrando gran profesionalismo, consiguió poner las cuatro banderillas reglamentarias a pesar de la peligrosidad del toro. Javi Sánchez Vara, consciente de la dificultad del astado, tomó la muleta con determinación. En la faena de muleta, mostró su temple y valor, intentando extraer lo mejor de un toro que no permitía lucimiento. Su experiencia y conocimiento del encaste Saltillo fueron claves para lidiar con un animal tan complicado.
Sánchez Vara estuvo muy torero, sabiendo adaptarse a las condiciones del astado y tratando de sacar lo mejor de cada pase, a pesar de la imposibilidad de lograr una faena redonda. Su esfuerzo y entrega fueron reconocidos por el público, que apreció su lucha frente a un toro tan exigente. La valentía y raza de Sánchez Vara es de otra dimensión. Palmas.
En una tarde marcada por la amenaza de lluvia, el segundo toro de la corrida hizo su aparición. «Torrento», un imponente ejemplar de 503 kilos de la ganadería de Saltillo, prometía una lidia desafiante. Tras un breve parón para ajustar el terreno, Octavio Chacón volvió al ruedo decidido a enfrentar al complicado astado. Chacón recibió a «Torrento» con el capote, tratando de controlarlo como podía, pero desde el principio se hizo evidente que el toro sería un adversario difícil de manejar debido a su fiereza.
Llegado el momento de la faena de muleta, Octavio Chacón mostró su maestría y temple. A pesar de la complejidad del toro, el torero estuvo por encima del animal en todo momento, demostrando su habilidad para leer al toro y adaptarse a sus embestidas. Con paciencia y técnica, Chacón consiguió imponer su voluntad sobre «Torrento», extrayendo lo mejor del astado. El público reconoció su esfuerzo y mérito con aplausos, valorando la entrega y el dominio que mostró en el ruedo frente a un ejemplar tan exigente. Palmas.
El tercer toro de la tarde, «Sandiero», de 406 kilos, fue para Alberto Lamelas, un torero que ya había triunfado en esta plaza en años anteriores. Lamelas recibió al astado con dos largas cambiadas de rodillas, arrancando los primeros olés de la tarde. Con valentía y destreza, Lamelas se lució con la muleta, especialmente por el pitón izquierdo, donde el toro tenía más recorrido, aunque con mucho cuidado debido a las coladas del animal. Tras una faena vibrante, la espada entró a la segunda y recibió una ovación del público.
El cuarto toro de la tarde, «Gallito», cárdeno, fue recibido por Javi Sánchez Vara con verónicas llenas de empaque, rematadas con dos medias y adornadas con chicuelinas, mostrando gusto y disfrute con el de Saltillo. En banderillas, Sánchez Vara se lució colocando los palos desde distintos puntos de la plaza. Con la muleta, toreó por ambos pitones, sacando todo el potencial del animal y dominándolo de principio a fin. Una estocada en todo lo alto que le valió una oreja. Oreja.
El quinto toro de la tarde, de imponente presencia y nombre «Azulego», fue asignado a Octavio Chacón, quien regresaba con renovada determinación y ansias de triunfo. Desde el inicio, Chacón demostró su maestría al recibir al toro con verónicas de gran temple, captando la atención del público. Durante el tercio de banderillas, el torero se mostró hábil y preciso, colocando los palos con precisión y seguridad.
Ya con la muleta en la mano, Octavio Chacón comenzó a desplegar su arte, toreando con elegancia y profundidad por ambos pitones. «Azulego» mostraba una bravura que Chacón supo aprovechar, sacándole cada vez más partido en cada serie de pases. El público se entregaba a la faena, aplaudiendo cada momento de conexión entre el torero y el animal. Con un espadazo en todo lo alto, Octavio Chacón selló su actuación ejecutando una estocada fulminante que hizo temblar los tendidos. La plaza estalló en júbilo cuando se le concedió la segunda oreja de la tarde, reconocimiento justo a su entrega y arte desplegados ante «Azulego».
Alberto Lamelas enfrentó al sexto y último toro de la tarde, «Malastarde», un imponente ejemplar de 441 kilos de la ganadería de Saltillo. Desde el inicio, Lamelas cautivó a la plaza con verónicas elegantes seguidas de medias verónicas, demostrando su control y dominio frente al toro. En la faena de muleta, Lamelas se mostró magistral, manejando ambos pitones con maestría. Destacó especialmente con una serie de pases de pecho profundos y consecutivos, ejecutados con precisión y temple, lo que arrancó los aplausos del público. A pesar de la complejidad del toro, Lamelas logró conectar emocionalmente con la afición, transmitiendo arte y técnica en cada muletazo. El torero hizo gala de su habilidad para lidiar con un toro exigente como «Malastarde», aprovechando al máximo las embestidas para crear momentos de gran belleza y emoción en la plaza. Su actuación fue un testimonio de su experiencia y destreza, dejando una gran huella en esta tarde taurina. La espada le priva de triunfo. Palmas
La Reseña
Plaza de toros de Teruel (Teruel) ||Último festejo de la feria del Ángel.
Entrada: Algo más de media entrada en tarde lluviosa
Toros de Saltillo,
Ficha del festejo:
Sánchez Vara, palmas y oreja
Octavio Chacón, palmas y oreja
Alberto Lamelas, ovación y palmas