
Distraído salió el primer novillo de la tarde que no se enceló hasta que recibió el primer castigo a manos de Mario Pérez Langa. Exhibió su cuadra y puso mucha voluntad ante un animal que se vino a menos y tuvo que llegarle al novillo el rejoneador aragonés. Puso dos banderillas cortas , y cerró su labor poniendo un par sin manos. El primer rejón de muerte lo clavo muy trasero y tuvo que matar de un segundo rejonazo, que puso fin al primero de la tarde. Vuelta al ruedo.
A la verónica lanceó al segundo novillo de la tarde Imanol Sánchez. El principal defecto del animal fue su acusada falta de fuerza, pero el de Pedrola entendió al novillo y fue dándole los tiempos y distancias necesarias. Construyó una labor notable por ambos pitones. No tuvo suerte con los aceros y el novillo finalmente se echó. Silencio.
A la verónica y con una media paró Joao D’Silva al tercer novillo de la tarde. Quitó por chicuelinas y gaoneras Tomás González. Puso con acierto las banderillas el novillero, y brindó su oponente a sus compañeros de cartel. De rodillas comenzó para sacárselo a los medios con derechazos. Se acopló y puso mucho de su buen hacer ante un novillo noble pero al que le faltó fuerza. Con cambiados por la espalda y exprimiendo la condición del novillo por ambos pitones realizó su faena, para terminar con ajustadas manoletinas y dejar una estocada atravesada que sirvió para que doblará el novillo. Dos orejas.
Con verónicas de rodillas paró al último de la tarde Tomás González para cerrar con una larga. Con cuatro banderillas se cambió el tercio, y brindó al público presente el novillo. Realizó una labor muy asentada de novillero maduro , que cuajó al noble novillo por ambos pitones. Todo lo que pudo faltarle al animal lo puso él. Series por ambos pitones, de rodillas y en redondo hicieron que el público allí presente se levantara de los tendidos en varias ocasiones. Mató de una estocada y se le concedieron dos orejas y rabo.
Ficha del festejo:
Mario Pérez Langa, vuelta al ruedo
Imanol Sánchez, silencio
Joao D’Alva, dos orejas
Tomás González, dos orejas y el rabo