Castella y Fernando Adrián por la puerta grande en Teruel

Con tres cuartos de entrada, la plaza de toros de Teruel vibra con la lidia de reses de Domingo Hernández y José Vázquez, protagonizada por los diestros Sebastián Castella, José María Manzanares y Fernando Adrián. El evento comienza con un emotivo minuto de silencio en homenaje a Carlos Esteban, abonado y asesor de la plaza, recientemente fallecido.

El primer toro de la tarde, de nombre «Envidioso» de José Vázquez, con 473 kg, abrió plaza para Sebastián Castella. El diestro francés, con ansias de triunfo, se mostró firme desde el primer momento, recibiendo al astado con un saludo lleno de poderío.

El «Envidioso» permitió que Castella se luciera por ambos pitones, haciendo disfrutar al respetable con su toreo elegante y preciso, lo que provocó los primeros aplausos y la música en la plaza. En el tercio final, Castella se arrimó con valentía, pasando al toro muy cerca y ejecutando una serie de derechazos que rozaron la perfección. La plaza de Teruel vibró con cada pase, testimonio de la maestría y entrega del torero francés, que dejó en el ruedo. Media estocada y el toro cae. El respetable pide con ansia la primera oreja. Oreja. Palmas en el arrastre al toro

El segundo toro de la tarde, de nombre «Retratado» de Domingo Hernández y con 495 kg, salió al ruedo para José María Manzanares. Desde el inicio, el alicantino mostró su elegancia con el capote, dibujando verónicas de mucho empaque que arrancaron los primeros olés del público. 

Con la muleta en mano, Manzanares desplegó su maestría y torería, ejecutando una serie de derechazos precisos y sentidos. Por el pitón izquierdo, el diestro regaló una tanda de naturales que fueron un verdadero sueño, haciendo vibrar a los aficionados. La faena culminó con un espadazo en todo lo alto, lo que le valió una merecida oreja. Palmas en el arrastre

El tercero de la tarde, de nombre Ilustrado y con un peso de 468 kg, salió para Fernando Adrián. El torero lo recibió de rodillas con cinco largas cambiadas que enloquecieron a la plaza. La cuadrilla estuvo soberbia en el tercio de varas, preparando el camino para la faena de muleta.

Con la muleta,  Fernando Adrián mostró un empaque y una torería excepcionales, toreando con el alma y olvidándose del cuerpo. Ejecutó naturales fuera de lo común por ambos pitones, deleitando al público con su estilo monstruoso y refinado. Culminó su faena con un estocada en todo lo alto, cortando así las dos orejas al tercero de la tarde. Palmas en el arrastre al toro

El cuarto de la tarde, de nombre «Frívolo» y con 457 kg de peso, salió para Sebastián Castella. El diestro lo recibió con verónicas cargadas de arte, demostrando desde el inicio su determinación de triunfar y de no irse sin cortar otra oreja para abrir la puerta grande de Teruel.

Con la muleta, Castella comenzó la faena con estatuarios al más puro estilo del francés, seguidos de naturales de mucho estilo. Se gustó por ambos pitones, logrando que el respetable apreciara cada pase. Sus desplantes entre los pitones del animal, muy ajustados, levantaron a la grada. La faena culminó con un estoconazo perfecto, asegurando otra oreja para Castella. Palmas en el arrastre al toro

El quinto de la tarde, de nombre «Desertor» y con 449 kg, de la ganadería de José Vázquez, salió al ruedo para José María Manzanares. El torero, en esta ocasión, lo recibió a la verónica, reservándose para la faena de muleta.

Con la muleta en mano, Manzanares enfrentó las complicaciones del astado, buscando lucirse por el pitón derecho. Anduvo despacio, templando al animal y cuidando cada pase, desde el inicio hasta las tandas muy profundas. Al cambiar la muleta a la mano izquierda, «Desertor» se mostró más distraído, aunque Manzanares logró sacarle naturales llenos de torería, demostrando su habilidad y maestría pese a las dificultades. Media estocada y el toro cae. Fuerte petición de oreja pero el presidente se la niega. Ovación.

El sexto y último toro de la tarde fue «Camelado», de la ganadería de Domingo Hernández, de capa negro bragado meano. Fernando Adrián, tras haber cortado las dos orejas en el primer toro, fue esperado con gran expectación por el público. Fernando Adrián recibió al toro con delantales de mucho empaque, rematando con gaoneras que emocionaron a la plaza. El ambiente de éxito en los tendidos no cesaba, y la gente ansiaba verle triunfar de nuevo. A pesar del complicado astado del toro de Domingo Hernández, Fernando Adrián intentó lidiarlo con la muleta por ambos pitones, demostrando su valentía y técnica en una faena que mantuvo en vilo a todos los presentes hasta el último momento. Abrevió con la espada. Silencio.