AHORA RESULTA QUE LAS BRONCAS NO SON TORERAS
Juan Ortega ha pegado un petardazo en Torrejón. Un petardazo de esos que se recuerdan, de los que, si hubieran tenido lugar hace veinte o treinta años, habrían propiciado una lluvia de almohadillas y la salida del torero escoltado por la policía. Pero ¿dónde está el problema?
Para muchos, el problema es que el torero ha sido un sinvergüenza, un irrespetuoso, etc. etc., seguro que se saben la retahíla mejor que yo. El problema, para mí, es que se han perdido las broncas. Pero las broncas de verdad, las de gritarle a un torero “¡la próxima vez va a ir a verte tu **** madre, y yo!”.
Miren, el gran problema, es que somos muy pocos los que apreciamos esas broncas. Comentaba un amigo por redes sociales, a raíz del petardo de Ortega en Torrejón, que ya era hora de que el trianero su sumara a esa baraja de toreros a los que no les importa que les griten de todo. Al contrario, eso debe gustar. La indiferencia es lo peor que hay, y lo peor que puede pasar en una plaza de toros es que un torero aburra.
Hay toreros – no diré nombres – que aburren hasta la saciedad, y lo hacen porque no quieren llevarse una buena bronca. Eso es un problema. Ahora van a tratar de vender que es mejor una faena insustancial antes que llevarse una pitada monumental. Y un carajo, señores. Una bronca es tanto o más torera que un trincherazo a cámara lenta, y yo prefiero ver a un torero abandonando una plaza bajo una lluvia de almohadillas, antes que verlo iniciando de rodillas la misma faena que le he visto ya treinta veces con independencia del toro que tenga delante.
Todos ensalzamos ahora mismo a Curro o a Paula, no conozco a ningún aficionado que no admire, al menos, a uno de los dos; ellos no tenían problema en pegar un petardo mayúsculo ¿Y saben por qué? Porque iban con la verdad por delante ¿Que el toro no vale? Espadazo y al siguiente, no hay necesidad de intentar más.
Ahora les dirán que Juan Ortega no tiene respeto por el toro ni por el aficionado por haber liado la que lio en Torrejón ¿pero saben qué? Me parece infinitamente más respetuoso pasaportar rápido a un toro que no vale, antes que intentar hacer una faena sin sentido ante una babosa, sólo por miedo a que el niño del gin-tonic que se sienta sin tener conocimiento, y que necesita ver un triunfo para compartirlo en sus redes, forme una bronca. Pues bendita bronca.